“Los mejores de Brooklyn” es un policial intenso que atrapa más que nada por el modo de narrar de su director, Antoine Fuqua. El mismo de “Día de entrenamiento” (2001) y “Lágrimas del sol” (2003), entre otras.
Tres policías de Brooklyn, desconocidos entre si, pero con vidas igualmente insatisfactorias, son aplastados por el sistema al cual pertenecen. Eddie (Richard Gere) a punto de jubilarse, pasa sus últimos días de servicio, solitario, descreído de todo y autodestructivo. Sal (Ethan Hawke) vive con angustia la situación económica precaria de su familia, por lo que se ve forzado a cometer un par de delitos inconfesables. Por último, Tango (Don Cheadle) es un detective encubierto, encargado de infiltrarse en el mundo oscuro de las drogas; para salir de allí tendrá que debatirse en traicionar o no a su mejor amigo Caz (Wesley Snipes).
Como mencionaba al comienzo, el punto fuerte de esta producción está en el trabajo de Fuqua, quien transita cómodamente por el género policial, pero asestándole a todo el film una atmósfera depresiva, por momentos casi asfixiante. Esto lo advertimos en la construcción de los personajes, en la fotografía y en los encuadres. Afortunadamente, el director decidió narrar tres historias que, aunque se desarrollan en la misma ciudad, no tienen lazos de conexión. Nos evitamos así de ver otro intrincado film coral, donde el trabajo de montaje (siempre que esté bien realizado) pase a ser la estrella principal.
Yo no veo en esta realización una mirada moralizante, ni aleccionadora, como mucho se ha dicho (o escrito). Veo por sobre todas las cosas, una ardua critica a la institución policial. El destino de los tres policías no depende de sus correctas o incorrectas decisiones morales. Su destino, está marcado y remarcado, por la sola pertenencia a un organismo corrompido y descompuesto desde los años setenta, al menos en términos cinematográficos (sin contar con muchos de los títulos de la última etapa del cine noir americano).
“Los mejores de Brooklyn” no peca de estetizante, pero se hace evidente su cuidadoso trabajo técnico. Los actores, todos de primera línea, no sorprenden ni perturban… sólo Ethan Hawke quien recrea a un hombre desesperado, que fluctúa entre dos escenarios bien diferenciados nos brinda una performance incuestionable y ampliamente creíble.
Intensidad, buen ritmo narrativo y atractivo visual, son tres buenas razones para optar por este policial de Antoine Fuqua.