El segundo largometraje de Mateo Bendesky, "Los miembros de la familia", es un simple pero potente retrato de dos hermanos buscando el modo de seguir adelante frente a decisiones que los desbordan. Nuevamente tendríamos que hablar de casualidades de las fechas de estreno.
Casualmente, la misma semana, el mismo día y hasta compartiendo ámbitos, se estrenan "Traslasierra", tercer película de Juan Sasiaín y "Los miembros de la familia"; dos películas con tanto en común, como polos opuestos de una postura.
Si en el film de director de "Choele", el protagonista es un joven que regresa a su casa natal para rencontrarse con su padre (su familia), y allí decidir qué modo de familia quiere para sí mismo en el futuro inmediato; en el film del director de "Acá adentro" las cosas son un poco más complicadas o áridas. También tendremos que hablar de un salto de edad o etapa en la vida.
En "Traslasierra" hacia la bienvenida adultez definitiva; en "Los miembros de la familia", de la adolescencia hacia la madurez, o adolescentes asumiendo responsabilidades tempranas. Lucas y Gilda son dos hermanos que no tienen la mejor de las relaciones. Entre ellos parece haber una conexión que se perdió hace rato. Ambos deben unirse para viajar hacia La costa. No piensen en vacaciones, verano, y felicidad.
La madre de ellos acaba de fallecer en una casa que hace rato alquilaba ahí, y ellos deben ir para recoger todas sus cosas, y cerrar las cuentas; en invierno, con viento y nubes. Para complicar aún más las cosas, ni bien llegan, en Buenos Aires se inicia un paro de transporte por tiempo indefinido que los deja varados en esa localidad.
A partir de entonces, las cosas comenzarán a tomar un cause distinto. Lucas y Gilda no tienen buena relación, y no la caretean. Si bien se nota que hay química y complicidad, entre los dos afloran permanentemente los reproches y las rivalidades. Cuanto menos trato haya, mejor. Cada uno está en su mundo, y el puente que los unía parece que acaba de fallecer. Por supuesto, también habrá reproches que hacerle a esa figura ausente (en más de un sentido).
Ambos son adolescentes; en el umbral de la mayoría de edad él, apenas pasada para ella; pero tienen conductas que los hacen ver como adultos, y el tener que afrontar con esta pérdida y reconstrucción será decisivo para completar el círculo; o no, seguir siendo adolescentes que fingen, desbordados frente a la situación.
Gilda se saca fotos desnuda, mantiene una relación oculta, ¿clandestina? con alguien que parece mayor que ella, y que trata de ocultar a su hermano. Parece haberse vuelto tan dependiente de esa figura masculina protectora, como su madre lo era de la nueva pareja que había formado y que la había alejado de sus hijos.
Lucas hace dieta, se ejercita, y también consume. Por un lado tiene una impostura de ser controlador y más serio que su hermana algo más libidinosa; y por otro lado, acude a fiestas en las que suele perder el control. A su vez, Lucas se encuentra en la encrucijada de descubrir o asumir su sexualidad.
Ejercitando conoce a un chico, quizás algo mayor que él, que inmediatamente demuestra un interés especial por él; aunque primariamente Lucas lo rechaza. "Los miembros de la familia" es entonces una película sobre pulsiones, deseos, sexualidad latente; más provocativa en su postura que en su nulo exhibicionismo.
Lucas y Gilda son adolescentes ¿cómo cualquiera? Titubeantes, caprichosos, inseguros, contradictorios, sexualizados. Pero ellos deben sumarle el hecho de una pérdida y darse de frente con la realidad de que están solos, no saben qué les depara, y apenas se tienen el uno al otro.
La localidad desolada del La Costa en invierno, y el hecho de estar usurpando una vivienda (en la que pasaron veranos infantiles, pero ya no); plaga de simbolismos una película muy atenta en los detalles de todo tipo.
Bendesky otorga un gran ritmo, y un sentido del humor negro y sarcástico que desacartona y hace plena la experiencia de este film que, a diferencia de otros del ámbito indie local, se olvida de retratar al adolescente como alguien abúlico y aburrido de sí mismo. Tomás Wicz y Laila Maltz siguen construyendo una carrera brillante con estos personajes a los que llenan de tics y personalidad propia. Ambos hacen creíble la química de rechazo y hermandad entre Gilda y Lucas.
En la comparación, los ejes están algo desbalanceados. Lucas pareciera ser quien lleva el relato adelante, tiene más capas, y una historia con más aristas. Así y todo, ambos intérpretes utilizan todas sus armas para sobresalir. Los miembros de la familia habla de los modos no tradicionales de construir vínculos con la familia impuesta. No edulcora, ni ofrece una visión rosa. Pero no por eso es una propuesta pesada o sumida en la oscuridad.
Si en la escena abundan las nubes, en el dinamismo del relato (que no deja de ser una historia chica pero siempre ocurrente) aparecen las luces. Bendesky acierta como una joven promesa con una visión propia sobre temas ya transitados. "Los miembros de la familia" es, sin dudas, una película que logra destacarse.