El fondo del mar
Una excelente fantasía con momentos oníricos, otras veces sensuales, y hasta borders, acerca de la relación de dos hermanos Lucas (17) y Gilda (20) en busca del último contacto con su madre recientemente fallecida. Un viaje que nunca se termina de consumar, una familia rota por las circunstancias de una vida que no se puede predecir por más que se busquen respuestas en los misterios del universo o las cartas del tarot.
El contexto de la realidad no les impide a estos dos hermanos (interpretados por Tomás Wicz y por Laila Maltz) ver magia en sus vidas, casi sin querer. La película por momentos parece caminar por ese fino sendero que recorren algunas historias de nuestro cine que bordean lo anodino, las largas siestas narrativas en que nada pasa. En cambio, Los miembros de la familia ofrece una historia que parece no arrancar, pero puso en realidad primera y modificó las velocidades varias veces sin que nos percatemos de ello hasta que ya estamos arriba del auto sacudiéndonos con el movimiento cambiante del traslado.
Frases dichas a medias mientras tratan de entenderse, pequeñas obsesiones sobre el físico (algunas sutiles) y la necesidad de reencontrarse y comunicarse entre ellos (y con la madre que ya no está, pero siempre aparece de una u otra manera) en el espacio que alguna vez fue refugio para ella, y lo es ahora para sus hijos, al menos por un instante detenido en el tiempo.
Momentos y elementos de poesía dispersa pero interesante, una construcción y una electricidad, una conexión que parece no decir ni dar mucho entre los únicos representantes sobrevivientes de esta familia que seguro ofreció toda la disfuncionalidad que fue posible entregar, son lo que podemos ver en una película que aporta inteligente delirio y desafío imaginativo de parte del director Mateo Bendesky al cine argento nuestro de cada día.