“Los miembros de la familia”, de Mateo Bendesky
Por Gustavo Castagna
Gilda y Lucas, dos hermanos. La madre acaba de morir. Una casa en un paisaje balneario, acaso como herencia. Un cuerpo que no es tal, menos un puñado de cenizas, reemplazadas por una mano ortopédica. 17 años tiene Lucas y la sexualidad inestable o a punto de estallar o descubrirse. 20 tiene Gilda, que anduvo por algún instituto de rehabilitación y que representaría la voz cantante frente a la ¿timidez? del hermano.
Dos hermanos, una geografía de balneario de verano fuera de época, algunos pocos personajes (secundarios) y nada más.
Con solo eso el director Mateo Bendesky conforma su segunda película (opera prima: Acá adentro, 2013) profundizando la relación de dos hermanos que ante la ausencia (aunque parece no definitiva) deben construir su propia existencia, su manera de afrontar el duelo.
Un duelo que nunca se atraviesa desde el realismo sino que Los miembros de la familia arriesga un tono acorde al fantástico, al sonido fuera de campo, a una voz que atemoriza (o no) a Lucas en más de una ocasión.
Ejemplo más que contundente de un cine que mixtura con elegancia la información que presenta el guión con certeros logros en la puesta en escena, la película de Bendesky acumula situaciones de interés, personajes novedosos y pequeños hechos que poco a poco modifican a Gilda y Lucas en un paisaje de soledades afectivas y búsquedas.
Los miembros de la familia es un film de cuerpos, por ejemplo el de Lucas, que hará culto al fisicoculturismo como obsesión imperiosa. Y también está el de Gilda, permeable a sus inseguridades, intentando sustituir el cuerpo ausente de su madre, aconsejando y preguntando a su hermano por cada uno de sus pasos.
Lo notable es que esa relación que se establece entre ambos y la aparición de personajes satelitales alrededor de los dos (cerca del final, el gran actor Sergio Boris personifica a la pareja de Gilda) nunca comulga con la psicología, ni la rendición de cuentas con el pasado, ni menos con un ajuste típico entre hermanos.
Sí, en una primera instancia la travesía familiar de Gilda y Lucas (extraordinarias caracterizaciones de Laila Maltz y Tomás Wicz) puede insertarse en aquello tan fagocitado como “una historia que refleja un viaje iniciático”
Pero solo desde los bordes, desde la superficie del asunto.
En ese punto, Los miembros de la familia es una película de espectros, uno que da vueltas por la casa y otros dos que intentarán evadirse del tema.
Y una casa fantasmal donde el baño no es usado por los hermanos.
Pero el movimiento le ganará a la quietud y los cuerpos que circulan al final vencerán a la muerte.
Uno de ellos en moto y ahora acompañado; el otro, en auto junto a su pareja. Acaso se rompa la unión de los hermanos pero el dolor (y el desconcierto frente a esa ausencia) parece haber quedado atrás.
O ya está: hundido en el mar y para siempre.
LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA
Los miembros de la familia. Argentina, 2019. Dirección y guión: Mateo Bendesky. Fotografía: Roman Kasseroller. Edición: Ana Godoy. Música: Santiago Palenque. Sonido: Santiago Fumagalli. Intérpretes: Tomás Wicz, Laila Maltz, Alejandro Russek, Sergio Boris. Duración: 85 minutos.