Recuerdos arrojados al mar
Lucas y Gilda, dos hermanos de diecisiete y veinte años respectivamente, irrumpen en una casa clausurada que perteneció a sus padres en pleno invierno en la inclemente costa argentina durante la noche, después de un largo viaje en micro, para cumplir el último deseo de su madre recientemente fallecida. Un paro sorpresivo de transporte de larga distancia los deja varados en la costa en una casa con diversos problemas legales que los inunda de recuerdos. Allí se reencuentran con su pasado y con ellos mismos en un lugar que los retrotrae a sus traumas y miedos, cuestión que los une y los separa a la vez. Esta es la trama del segundo largometraje del joven director argentino Mateo Bendesky, Los Miembros de la Familia (2019).
Entre sueños y sensaciones a flor de piel desencadenadas por los recuerdos, los jóvenes intentan recomponer su relación fraterna, tensionada por cuestiones que se van revelando a lo largo de la propuesta. Distanciados por la rehabilitación de Gilda de su adicción a las drogas y la fascinación de Lucas por los deportes de combate y las artes marciales, la muerte de la madre los une nuevamente para despedirla de una forma extraña y poco convencional. Mientras indagan en el pasado de sus padres y descubren algunas miserias que no esperaban ambos reencauzan su propia relación y se encuentran a sí mismos en los comienzos de la formación de la identidad.
Las drogas, las relaciones amorosas, las mentiras, una internación voluntaria producto de una sobredosis, el duelo, el descubrimiento de la sexualidad, una tragedia de la que nadie quiere hablar, un baño al que nadie quiere entrar, una habitación en la que ninguno quiere dormir y las filosofías orientales tamizadas por la mercantilización de las nuevas espiritualidades posmodernas son algunos de los elementos narrativos que inundan este film sobre las tensiones entre las certezas y las dudas de la adolescencia que acontecen contra el viento y las olas de la costa argentina mientras las ensoñaciones parecen cubrir todo de una espesa niebla que impide dilucidar qué es sueño y qué es realidad.
Los Miembros de la Familia es un film contemplativo con muchas escenas de recogimiento que indaga en la adolescencia como importante instancia de transición hacia la adultez, etapa que marca la vida y la identidad de las personas. Mateo Bendesky narra así una historia de elusiones y alusiones sobre cuestiones de un ayer enterrado para que los personajes exhumen su pasado y se enfrenten a un presente conflictivo unidos. La narración es pesada adrede dado que el relato se revela lentamente para introducir nueva información de a poco y sorprender con una historia sobre la vida como una constante toma de decisiones cotidianas pequeñas que parecen no tener un sentido trascendente, pero que la distancia pone en su lugar a lo largo de los años.