“Los miembros de la familia” muestra tiene como punto de partida la idea de que la adolescencia es un período de errancia o inseguridades en muchos aspectos, desde el lugar en la familia hasta la sexualidad. Así ocurre en esta película que acompaña a dos hermanos, Lucas y Gilda, en un viaje desde Buenos Aires hasta algún lugar en la costa bonaerense.
Allí tendrán que cumplir con el último deseo de su madre que consiste en arrojar sus restos al mar, aunque lo único que tienen, por el momento, es una mano prostética. Concluido el ritual, estos dos chicos taciturnos, de pocas palabras y escasa gestualidad se encuentran con un segundo conflicto: un paro de transporte que los deja varados en una ciudad casi desierta, además de ser desalojados de la casa que suponen suya. Solos y a la deriva, aprovechan para conocerse mejor y experimentar sensaciones inexploradas. La película se ciñe así a lo que es casi un subgénero en el cine argentino: el viaje a la costa o al campo para encontrar el sentido de la existencia.