Tuve un sueño
Toda la grandilocuencia de un musical hecho con talento y esfuerzo, formalmente impecable y por completo carente de nuevas ideas.
Tom Hooper, el sobrevalorado director de la multipremiada El discurso del rey (2010) se confirma como un laborioso artesano de retratos de época, muy hábil para lograr el lucimiento de cada uno de sus actores. Y es probable que su película se lleve algún Oscar, sobre todo en los rubros técnicos y por la actuación secundaria de la versátil Anne Hathaway.
No soy para nada fan de los musicales, menos de los dramas, pero disfruto de los directores talentosos como Jacques Demy que saben crear universos propios cuya fluidez permite vencer el artificio de las transiciones. Cosa que claramente no se logra en este caso, donde cada tema musical es precedido por una escena hablada que duplica lo que se quiere contar, hasta generar una sensación de hastío y volver excesivas las más de dos horas y media de duración.
El irónico problema de Los Miserables, entonces, es que derrocha demasiado tiempo y talento.