El frio discurso de Tom Hooper
Tom Hooper, ganador del Oscar a Mejor Director por El Discurso del Rey, adapta la mítica novela de Victor Hugo para contarnos en forma de musical la historia de Jean Valjean, un esclavo que al salir en libertad condicional cambia su identidad para poder seguir adelante con su vida sin rendir cuentas. El problema para él se da cuando el policía Javert comienza a perseguirlo en búsqueda de que pague por las leyes violadas durante su "nueva existencia".
No me considero un admirador del cine de Tom Hooperr, pero tampoco me pongo en la cola de críticos que buscan ajusticiar su existencia. Si bien me gustó El Discurso del Rey, creo que la mayor fortaleza de la cinta se encuentra en las grandes actuaciones y en la química de Colin Firth y Geoffrey Rush y no en la labor de su realizador. Los Miserables es un film curioso, ya que posee atributos técnicos más que destacables, donde se destaca principalmente una puesta en escena majestuosa, pero en contraposición no posee aspectos intangibles para que potencien sus principales facultades técnicas. Es que este musical de Hooper es prolijo, está muy bien filmado, no posee grandes falencias narrativas y cuenta con una gigantesca dirección de arte, pero sin embargo la película en sus casi 160 minutos de duración jamás logra transmitir la pasión, la intensidad dramática o narrativa como para mantenernos en vilo ante esta gran historia.
Las actuaciones están muy bien (destacando a Hugh Jackman, Russell Crowe y Anne Hathaway por encima del resto) y es por ellas justamente que la película no es sólo un frio derroche de canciones y escenografía. Nobleza obliga: la decisión de que los intérpretes canten en vivo al momento del rodaje ayuda a creerles, aunque lamentablemente no llega a convencer.
Quizás el hecho de que éste sea un musical totalmente cantado (casi no existen diálogos convencionales) sea una de las causas para generar dicha desconexión, aunque no voy a cargar todas las tintas allí ya que el principal y más importante problema de Los Miserables es la insulsa, distante y carente de sentimiento dirección de Hooper.
Los Miserables no emociona y lo único que genera es indiferencia, pero si encandila, enceguece y por momentos hasta satura con tanto muchacho/a cantando al viento sin respiro. Allí radica el peor error de Hooper, ya que al no haber escenas de transición entre pieza y pieza los números musicales danzan en la pantalla sin irritar pero tampoco sin generar empatía. Es verdad que hay secuencias que consiguen transmitir un poco de ese fuego sagrado que necesitan los musicales, como el "mashup" de canciones previo al día de la fallida revolución o la gran performance dramática de Hathaway entonando I Dreamed a Dream, pero sólo son algunas brisas de aire caliente en medio de la helada y teatral Francia que propone el discursivo musical de Tom Hooper.