Estrellas y estrellados
Tras el éxito de Chicago, la transposición de musicales de Broadway a la pantalla grande era algo cantado. En realidad, lo que se está intentando es recuperar una larga tradición en Hollywood que se había perdido a fines de los años 60, con la adaptación de los últimos grandes musicales, La Novicia Rebelde, Mi Bella Dama y Oliver! Después vino una era diferente, con obras más chicas, menos épicas y contestarías, reflejo de la ideología política de los 70 que es lo muestran los musicales de Bob Fosse, y durante los 80 y 90 el género estuvo prácticamente muerto. Pero, gracias a Chicago (otra creación original de Fosse bastante sobrevalorada) los estudios empezaron a ver con buenos ojos volver a llevar los musicales con gran envergadura a la pantalla grande y con toda la pompa. Los resultados fueron menos llamativos de lo esperado, especialmente porque confiaron en los directores teatrales originales (caso Los Productores, Mamma Mia, Nine) para que hagan la adaptación. Grave error. Excepto por Joel Schumacher y El Fantasma de la Ópera, los demás directores no provenían del cine, y las puestas seguían pareciendo teatrales. Irónicamente, El Fantasma terminó siendo la peor de las adaptaciones, pero eso es culpa del poco talento de Schumacher para narrar y hacer películas en líneas generales. Con esto no quiero generar polémicas. Todas las obras son hermosas en el escenario… y deberían quedarse ahí...