Un musical siempre va a generar polémica, pues aunque estoy completamente seguro de que TODOS los humanos disfrutamos de la música, más allá de que gustemos de uno u otro género, siempre disfrutaremos un buen pedazo de música. Componer canciones no es tarea fácil, y menos si esas canciones no sólo deben describir un sentimiento o una situación, sino que deben describir pasajes enteros de libros que, hablando del cine, considero que son mucho más fáciles de adaptar con un guión elaborado en donde los diálogos lleven todo el peso del filme, mientras que las canciones queden como incidentales (como la mayoría de las películas de Disney, por hablar de algo mundial).
Les Miserables, de Tom Hooper (ganador del oscar a mejor película y mejor director hace apenas un año por El Discurso del Rey), arriesga en pantalla al presentar el ya mundialmente famoso musical de Broadway a la pantalla grande. ¿Su ventaja? Jugar con la dirección de arte (que es majestuosa verla en pantalla grande), con los escenarios, la edición (y obviamente editar las voces), y manejar a su antojo las tomas y los escenarios. ¿La desventaja? Los musicales de este tipo no están hechos para la pantalla grande, porque se sienten cansados, mal ensamblados y terminan por aburrir y por no saber si criticar la forma de cantar de los actores o sus actuaciones (cosa que en el teatro realmente es diferente).
Pero claro, no hay que desmerecerla. De entrada, la obra de Víctor Hugo sobre la revolución francesa desde el punto de vista de un ex-presidiario y su convivencia con la gente pobre de parís es bastante hermosa y totalmente teatral (o cinematográfica -para más información consultar interpretaciones anteriores-), y hacer una película resulta sencillo y hasta presuntuosa en plena temporada de premios, aunque al final sólo se llevó edición de sonido y vestuario, incluyendo el premio de mejor actriz de reparto para la deslumbrante Anne Hathaway. Pero como decimos, más allá de que los rumores sobre que los actores cantaron en vivo o cantaron en un estudio para después insertar sus voces, hacer una película de dos horas donde absolutamente nadie habla y todos cantan, se siente perdida, sin fuerza. Y aquí yo preguntaba si eso viene desde las mismas canciones del musical o si sólo era que los actores no le imprimían la suficiente fuerza, considerando que ninguno es cantante profesional y dudo mucho que alguno tenga experiencia en teatro musical, para que nos de un resultado visualmente precioso, pero insufriblemente cansado. Lo mejor queda plasmado en Jackman y Hathaway, mientras que lo peor no es Russell Crowe, como muchos se empeñan en asegurar, sino la insufrible voz chillona de Amanda Seyfried (¿Qué nadie le advirtió que para cantar como una Soprano se lleva años de estudio para perfeccionar los tonos agudos altos? De verdad, ojalá pudieran quitar el sonido en las partes en las que ella canta, ¡desafina terrible!).
Finalmente nos encontramos ante un experimento fallido. No es lo mismo cantar en teatro con gente experimentada, que poner a actores de renombre e intentar descubrir talentos ocultos (realmente muy pocos lo logran). Sin duda lo mejor de la película son los escenarios, I dreamed a Dream, interpretada por Hathaway, y la maravillosa On My Own de una Samantha Barks injustamente olvidada en los reflectores. Si soportan la cansada hora y media después de que Fantine muere... me cuentan qué les pareció.