Nostálgica y a la vez moderna -sin exagerar-, Los Muppets representa un jubiloso regreso de uno de los mejores productos de entretenimiento (¿infantil?) contemporáneo. Luego de varias películas previas memorables que ya datan de un par de décadas, ahora estos delirantes muñecos o títeres de paño regresan en su formato original y con las técnicas primigenias con las que fueron concebidos. Y de la mano de Disney, que se hizo cargo hace unos pocos años de la licencia, relanzando las inolvidables creaciones de Jim Henson a través de un largometraje que conserva su esencia y a la vez tiene el sello de la emblemática productora. La trama incluye un nuevo personaje llamado Walter que es el hilo conductor del film, una criatura que los admira incondicionalmente y que no advierte su propia e inconfundible categoría de Muppet. Él desencadenará una trama divertida que se reserva toques
sentimentales y melancólicos en lo que respecta a la supervivencia del grupo, a los que el aporte de la ironía y la sátira resultan ingredientes infaltables. Canciones, pasos de baile y squetchs a cargo tanto de ellos como de los intérpretes humanos forman parte de una propuesta sustanciosa, que presenta actores fenomenales con roles importantes o fugaces, como Chris Cooper, Jack Black, Zach Galifianakis, Jason Segel, Amy Adams y Whooppi Goldberg, entre otros. Con respecto a los destinatarios de esta pieza intensamente disfrutable, no son fáciles de determinar. Es verdad que los niños
están incluidos entre los espectadores posibles, pero no son los únicos; los de treinta para arriba que accedan a la versión original en inglés, que es casi como una película diferente, están primeros en la lista. Y como si todo esto no fuera suficiente, el nuevo corto de Toy story, se ocupa de la suerte de los muñequitos que se incluyen en los menús de las hamburgueserías y es un absoluto hallazgo.