Discretamente irreverente
Hace unos días María escribió en Espectadores acerca de Los Muppets, y entre otras cosas cuestionó la película porque, aseguró, se nota la mano de Disney, empresa que en 2004 se quedó con los derechos de los personajes creados por Jim Henson. "(...) la Rana René y compañía enfrentan con mejor tino los ambiciosos planes del malvado Tex Richman en la ficción que las consecuencias reales de haber pasado a manos del emporio del viejo Walt", escribió.
Pueden estar justificadas las sospechas en torno a Disney y su conservadurismo. Un caso menor aunque muy claro fue el del corto de Pixar Knick Knack (1989), dirigido por John Lasseter, en el que -Disney mediante- la voluptuosa Sunny Miami perdió parte de sus encantos.
Pero en Los Muppets hay al menos dos motivos que dan por tierra con las sospechas. El primero, más endeble, son las críticas de la Fox, conservadora cadena de noticias estadounidense, que definió a René, Figaredo y compañía como comunistas. "¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Está el Hollywood más liberal utilizando la lucha de clases para lavar el cerebro de nuestros chicos? ¿Acaso estamos en la China comunista?", planteó Eric Bolling, del programa Follow the Money.
Hay otro argumento más sólido, que a diferencia del anterior no depende de quién lance las críticas sino de los méritos de la propia película. Es una breve línea de diálogo que aparece sobre el final. Cuando Los Muppets ya lanzaron su nuevo show en búsqueda de fondos para recuperar su viejo teatro, algunas estrellas del espectáculo llegan para sumarse a la movida. Entre ellos aparece Selena Gomez, que, a modo de explicación, le dice a René: "Realmente no sé quiénes son ustedes; mi mánager me dijo que venga". Además de divertido, el chiste es genial. En parte porque habla del paso del tiempo, uno de los tema centrales de la película (y de todo el cine). Pero sobre todo porque utiliza a la propia Selena Gomez, una Disney Girl pura y dura, para cuestionar al emporio del viejo Walt. La joven cantante no sólo no sabe quiénes son los Muppets (es decir, no entiende nada), sino que además hace lo que le dicen, sin autonomía ni, en consecuencia, alguna posibilidad propia de creación. Selena hace lo que sus productores de Disney le dicen que haga porque todo en ella apunta a generar rentabilidad, y entonces conviene que se sume al nuevo y exitoso show. Los Muppets, película producida y distribuida por Disney aunque discretamente irreverente, se ríe de eso, lo que revela la astucia de sus realizadores más que un posible sinceramiento de Selena y/o Disney.
Los Muppets no sólo es una película feliz, sino además -acaso como todas las películas realmente felices- inteligente.