Rescate emotivo
Recuerdo aquel encantador programa de televisión setentoso llamado El show de Los Muppets que acá emitía el viejo Canal 11 hace ya muchos, muchos años. Semana tras semana se sucedían invitados famosos: Peter Sellers, Elton John, Gilda Radner, Vincent Price, Alice Cooper, Silvester Stallone, Marisa Berenson, Liberace, Liza Minelli, Mark Hammill, Diana Ross, Gene Kelly, Johny Cash, Debbie Harry, Steve Martin, Peter Ustinov, Charles Aznavour, y muchos más. Algo así como un Saturday Night Live hecho por títeres. Como Los Simpsons, como Seinfeld. Pioneros en lo suyo, los Muppets fueron uno de esos productos que explotaban impecablemente la cultura que los rodeaba. Esa consigna es retomada por el film de James Bobin. Las referencias a la historia del cine (en especial, el americano) sencillamente se palpan. Capra, Hawks y otros grandes de la comedia y el musical hollywoodense de la primera mitad del siglo XX encuentran su homenaje aquí. Reina la nostalgia y eso no debería sorprendernos. Después de todo, hay mucho de romántico en las criaturas creadas por Jim Henson y Frank Oz hace cuarenta y siete años.
Walter, un muñeco de trapo, muere por conocer a sus ídolos, con los que, como no podía ser de otra manera, se identifica. Su hermano de carne y hueso Gary (Jason Segel, también coguionista) y Mary (Amy Adams), la novia de este, deciden cumplirle el sueño y juntos van a visitar el Teatro de los Muppets en Los Angeles. Al llegar descubren el lugar en ruinas, pero eso no es todo: un desalmado empresario (Chris Cooper) quiere extraer el petróleo que hay debajo, algo que sólo se podría evitar recaudando diez millones de dólares. Para ello, Walter, Gary y Mary deberán ayudar a la rana Kermit (más conocida por estos pagos como René) a reunir a los demás felpudos y organizar un gigantesco teletón.
Todo encaja en el film de Bobin, que indudablemente decidió ir a lo seguro y apostar por la fuerza de un clásico. Los invitados no faltan: están, entre otros, el legendario Mickey Rooney, Jack Black, Alan Arkin, Zach Galifianakis, Emily Blunt, Dave Grohl, Sarah Silverman, Ricky Gervais y Whoopi Goldberg. En su afán quijotesco de cautivar una época que les es ajena, los protagonistas cantan, bailan y regalan algunas humoradas perfectas. Más que nunca (más que en, por ejemplo, películas anteriores como Llegan los Muppets y Los Muppets conquistan Manhattan) el mundo es un lugar inhóspito para ellos. Crisis global, redes sociales, reality shows, demasiada parafernalia para un simple grupo de comediantes de trapo. El resultado final no sólo es optimista por tratarse de Disney, dueño de la marca desde 2004. Como rescate emotivo, Los Muppets evoca un mundo del espectáculo que, enhorabuena, no fue del todo olvidado.