A medio camino entre las comedias adolescentes de la década de 1980 y las producciones más modestas de superhéroes de Marvel, Los nuevos mutantes es una película fallida por donde se la mire: desde el guion hasta las actuaciones, pasando por los efectos especiales y las situaciones dramáticas. Todo es un pastiche desganado e insulso, por no decir torpe y tonto, que pretende homenajear a clásicos como El club de los cinco sin tener el ingenio suficiente para hacerlo.
Quizás el error principal de este spin-off de la saga de X-Men esté en la elección del director Josh Boone (conocido por haber dirigido Bajo la misma estrella), pero no porque fuera un mal director, sino porque arruina la interesante (aunque un poco trillada) premisa de la que parte al introducirle una innecesaria dosis de autosuperación en clave de drama romántico adolescente.
Cinco jóvenes mutantes son encerrados en una institución secreta dirigida por una doctora severa, interpretada por Alice Braga. Los jóvenes tienen que descubrir cuáles son sus poderes para poder salir del internado. Que el número de jóvenes coincida con el número de personajes de la famosa película de John Hughes no es casual, pero no hay una idea clara de lo que se quiere hacer con la cita.
En Los nuevos mutantes casi todo está encajado irreflexivamente, sin otro sentido que el de la mera cita burocrática, como si fuera una obligación hacer una referencia boba o un guiño rústico para quedar como una película cinéfila, además de contar con personajes insípidos.
En vez de pelear contra villanos superpoderosos, Dani (Blu Hunt), Rahne (Maisie Williams), Illyana (Anya Taylor-Joy), Sam (Charlie Heaton) y Roberto (Henry Zaga) tienen que enfrentarse contra sus propios miedos y dominar sus poderes. La premisa de jóvenes encerrados en un lugar opresivo y siniestro podría haber sido fructífera si el director hubiese sabido cómo filmarla, en vez de incorporar efectos especiales de mala calidad para justificar escenas de acción superheroicas.
La historia también se ve desaprovechada al incurrir en escenas cursis, con situaciones ridículas, como cuando Rahne y Dani se tiran en el césped, miran al cielo, se dicen cosas como "conocerte fue lo mejor que me pasó en la vida" y se dan el consabido beso políticamente correcto.
La idea de que los verdaderos villanos son los miedos y las pesadillas de los personajes es, en principio, interesante. Sin embargo, el director nunca llega a ejecutarla de manera efectiva, creativa, atrapante. Los personajes carecen de la rebeldía y del carisma que intentan encarnar, y son, más bien, unos adolescentes apáticos cuyos problemas no llegan a interesarle a nadie.
Los nuevos mutantes se iba a estrenar el año pasado, pero la pandemia lo impidió. Y que no haya podido ver la luz en su momento es lo mejor que le pudo haber sucedido. O, dicho de otro modo, lo peor que le pudo haber pasado al filme de Marvel es estrenarse.