Cuando la pretensión es la que ciega
Tener un departamento fotográfico espectacular, contar con el apoyo de Guillermo del Toro, tener a la deslumbrante Belén Rueda como protagonista, y tener una mega distribución. ¿Qué más puede pedir un cineasta? Lo cierto es que este fulano, Guillem Morales, no se conforma. A él no le basta todo esto, y eso lo deja ver en Los ojos de Julia (2011), un thriller pseudo terrorífico que posee tantas pretensiones que se ciega (cuac) a sí misma.
Todo empieza muy bien. Demasiado bien. La película va como una montaña rusa a la cúspide del entretenimiento bien logrado, cuando de golpe y porrazo derrapa maliciosamente hasta tener una leve subida en la escena mejor lograda de todo el film, en el departamento del asesino.
La ya mencionada fotografía es genial, pero no logra conectarse con la historia y su clima tan impaciente. Morales quiere que nosotros estemos desesperados por la paulatina pérdida de la visión de Julia (doble rol de Rueda, en una excelente interpretación para cargarse la peli al hombro), pero su personaje no muestra desesperación. Morales quiere que nos asustemos con sus efectismos, y no se aviva en ponerle más humanismo al asunto y menos plots zonzos como amoríos agarrados de los pelos y extrañas explicaciones filosófico-existenciales sobre la psiquis del indocumentado asesino.
En resumidas cuentas, Morales quiere que nos fumemos Los ojos de Julia como si fuera una buena película, y lo cierto es que no lo es. Es sólo un buen intento del cine español por hacer algo diferente (como siempre, lo cual es loable), pero que -también como siempre- termina cayendo en parámetros del mainstream como el horrible final de la historia.
Los personajes no son creíbles; la música es buena pero intrusiva; el guión es malo; y la dirección llena de subjetivas para narrar está bastante bien, aunque por momentos es extraña: ésos son algunos de los matices que definen a esta propuesta fallida y aburrida. Cuidense de no dormirse en una de escenas malogradas en que todo queda a oscuras (porque, por si no se dieron cuenta, a pesar de las inagotables subjetivas, la actriz lleva una venda, y no ve) y el sonido hace su trabajo. Y cuidense de no ser pillados desprevenidos al darse cuenta que hay muchos personajes a los que casi nunca se les ve la cara, porque nosotros también tenemos que ser ciegos y no tenemos que ver muchas cosas. Entonces, ¿cómo acompañamos al personaje principal en su proceso? Bueno, este es un ejemplo de cómo no hay que usar el recurso de igualdad de condiciones para el personaje y el espectador. He ahí la falla básica, por eso es mala.