Nada detiene a las biopics, un filón inagotable para dotar de “contenido” a las series, al cine, y ganar el favor de los jurados, con mayor o menor inspiración. Los ojos de Tammy Faye se ubica entre las últimas, a pesar de que su estreno señala a la protagonista, Jessica Chastain, como favorita para el Oscar del domingo. A diferencia de otra nominada a mejor película, Rey Richard: una familia ganadora, que recorta un momento en la formación de las hermanas Williams desde el vínculo con su padre (Will Smith), Los ojos apela al clásico ascenso y descenso, arco de una vida.
Es la de una popular tele-evangelista, estrella de la pantalla junto a su marido, Jim Bakker (Andrew Garfield). Un tipo ambiguo que, como buena parte de lo que involucra esta historia, no es lo que parece. Tampoco Chastain es lo que parece, casi irreconocible en una interpretación que parece una imitación. Claramente, la sobre producida Tammy Faye Messner no es una figura conocida fuera de Estados Unidos, lo cual le resta interés de antemano a esta biografía.
Pero la película hace poco por convencernos de su atractivo, aunque las tensiones y contradicciones a puerta cerrada, en una predicadora interesada en las minorías sexuales, daban para hacerlo. La premisa pura, sobre la vida pública y secreta de una profesional de la religión como espectáculo, era capaz de prometer otra cosa. En cambio, la narración funciona como una maquinita, sucediendo escenas predecibles, hasta el inevitable hastío.