Violando el segundo mandamiento.
Los ojos de Tammy Faye es una película por la que Jessica Chastain recibió su tercera nominación al Oscar, al interpretar al personaje del título, la presentadora de un programa de televisión evangélico, junto a su marido Jim Bakker, interpretado por Andrew Garfield. Está dirigida por Michael Showalter y completan el elenco Cherry Jones, Louis Cancelmi y Vincent D’onofrio, entre otros.
Basado en el documental homónimo, dirigido por Fenton Bailey y Randy Barbato, cuenta la historia de ascenso mediático y el escándalo de corrupción que derrumbó la carrera de este matrimonio de presentadores televisivos que trabajaban estafando a sus televidentes, que aportaban donaciones, y provocando la desconfianza de la gente en las autoridades religiosas.
En primer lugar, es necesario destacar que su director elige contar esta biopic a la manera de Martin Scorsese, ya que al igual que en El lobo de Wall Street, por ejemplo, nos relata el ascenso, caída, castigo y redención de este matrimonio, que viola conscientemente el segundo mandamiento para satisfacer sus ambiciones personales. Y lo logra con un gran trabajo de Jessica Chastain, con un personaje complejo, ya que calma su mala conciencia detrás de un fabricado aspecto ingenuo, dejándose manipular voluntariamente por su esposo carismático y mitómano para sacar provecho.
También es necesario destacar la estética kitsch imperante, cuya fidelidad a la realidad puede apreciarse en el material de archivo que se muestra en los créditos iniciales y se intercala en diferentes momentos. Se muestra el notable parecido físico logrado con un admirable trabajo de maquillaje y peinado, también nominado al Oscar, que mimetizan a la protagonista con la persona a la que interpreta. Es de notar la extravagancia del vestuario que exagera la moda de las décadas del 70 y 80 y los lujos desmesurados de la mansión donde viven y contrastan con la austeridad de la casa de su infancia, vista en las primeras imágenes.
En conclusión, Los ojos de Tammy Faye es una película sobre uno de los matrimonios más populares de la televisión estadounidense. Pero que a diferencia de su contemporánea Being the Ricardos, sobre los exitosos Lucille Ball y Desi Arnaz, no los homenajea con nostalgia, sino que denuncia su comportamiento deshonesto, invitando a los espectadores a reflexionar sobre la gravedad de manipular las creencias religiosas de las personas para estafarlos económicamente.