Los hermanos Onetti, que vienen de realizar “Francesca” (2015), dejan momentáneamente el giallo para hacer un típico largometraje al estilo slasher que nos remite bastante al argumento y a los acontecimientos relatados en “The Texas Chainsaw Massacre” (1974). La propuesta de género nacional nos recuerda al cine de terror de bajo presupuesto de la década del ’70 donde primaba el ingenio por sobre los recursos.
La acción se desarrolla en el atractivo pueblo abandonado de Villa Epecuén, donde se nos cuenta el periplo en el que se embarca un grupo de jóvenes hacia las ruinas del lugar para filmar un documental sobre los fatídicos acontecimientos que borraron del mapa a esa localidad argentina en los años ochenta. Ignorando las advertencias, quedan varados allí. Contrariamente a lo que pensaban, comienzan a darse cuenta de que realmente no están solos.
En ese contexto, tendrán lugar ciertos hechos sangrientos que rodearán al grupo de cineastas, quienes irán sucumbiendo ante un grupo de individuos extraños con cierta sed de sangre humana. La cinta contiene varios momentos cruentos y cargados de hemoglobina bastante logrados, donde se destaca el maquillaje y los efectos visuales. Otro acabado técnico muy bien conseguido tiene que ver con la dirección de fotografía a cargo de Facundo Nuble, que nos ofrece una estética bien marcada y cargada de colores saturados en un paisaje árido, abandonado y desolador. Los climas están bien alcanzados gracias al perfecto aspecto visual de la obra reflejado en un armónico trabajo entre el departamento de cámara y el de arte y vestuario.
Por el lado narrativo, los eventos se desarrollan correctamente aunque sin sorpresas, ya que aplican la vieja fórmula de “grupo de jóvenes que acude a un lugar aislado y la pasa mal”, con los típicos sucesos de ese estilo de historias. Los personajes tomarán malas decisiones que harán que sus propios amigos vayan siendo liquidados por la fuerza antagónica. La mayor debilidad del relato lo compone ese aire de familiaridad del film que nos remite al viejo clásico de Tobe Hopper del ‘74. Además, sobre el final se van desarrollando algunas vueltas de tuerca predecibles pero efectivas.
Las interpretaciones están en consonancia con el estilo de relato audiovisual que se nos ofrece, componiendo roles clásicos, como por ejemplo el del cineasta snob personificado por Damian Dreizik, dando rienda suelta a cierto grado de sobreactuación y/o exageración que no desentona con lo establecido desde un primer momento.
Lo más llamativo del ofrecimiento de los hermanos Onetti tiene que ver con el lugar donde se desarrolla la narración que es sumamente atractivo e invita a desarrollar una historia de este estilo. Un film que nos remite a varias propuestas del cine norteamericano pero que logra dotar, por medio de sus paisajes y su trasfondo, cierto aire de sentimiento propio y autóctono.
“Los Olvidados” es un film de horror bastante entretenido y disfrutable que pese a no mostrarnos nada novedoso resultará interesante para los amantes del género. Una historia sencilla pero sumamente atrayente que gracias a ciertas fórmulas preestablecidas y probadas, una lograda atmósfera y un excelente desempeño técnico, terminará redondeando una amena salida al cine con amigos.