Más allá de su impronta bonaerense, este nuevo film de los hermanos Onetti no se escapa demasiado de las estructuras convencionales de las slasher movies.
Luciano Onetti venía de filmar Francesca. Allí partía de la base de los giallos italianos de los ’60 y ’70 para homenajear a un cine que ya prácticamente no se hace. En esa misma línea de réplica de modelos ya probados se inscribe Los olvidados, codirigida junto a su hermano y habitual coguionista Nicolás.
El nuevo molde de los Onetti es el de las slasher movies, con la seminal La masacre de Texas (Tobe Hooper, 1974) como máxima referencia. Aquí habrá tres chicos y tres mujeres viajando hasta Villa Epecuén para filmar un documental sobre aquella pequeña localidad bonaerense que durante 20 años estuvo sumergida bajo el agua. Con la bajada quedaron descubiertas las ruinas de los lugares que en su momento de esplendor albergaron a más de 25.000 turistas por temporada.
El problema con Los olvidados es que, más allá de esa particularidad geográfica, su estructura es demasiado parecida a la de una porción importante de películas del género norteamericanas que se estrenan semana tras semana. El resultado es un film hecho con profesionalismo, pero que nunca despega de los lugares comunes, más allá de ese escenario distópico esté en plena provincia de Buenos Aires.