Un bar llamado The Place es el escenario en donde se desarrolla la nueva película del director italiano Paolo Genovese -el mismo de la exitosa Perfectos Desconocidos-, un sitio que podría estar en cualquier parte del mundo. Allí un hombre misterioso -Valerio Mastandrea- recibe la visita de hombres y mujeres para cumplir sus deseos, pero como nada es gratuito, todos deberán realizar una misión.
Los oportunistas es una exploración del Bien, El Mal y los sufrimientos de estos personajes que quieren resolver sus problemas: Dios o El Diablo los espera con su agenda llena de anotaciones al otro lado de la mesa. Con el espíritu de Fausto y con un abordaje teatral cuya cámara apenas abandona los confines de ese lugar de confesiones y dolor, Genovese juega al perdón y cada operación exitosa concluye con fuego en un cenicero como una suerte de elemento purificador.
De este modo desfilan un hombre que quiere salvar a su hijo con cáncer, un ciego que desea recuperar la vista y una monja que quiere encontrar a Dios. Algunos están dispuestos a hacer lo que sea -aparece una anciana que debe detonar una bomba casera- en este filme que también interrelaciona las historias y hay un personaje clave: la mesera.
Sin alcanzar la efectividad de Perfectos desconocidos, donde los celulares eran también protagonistas de la trama, la película se permite el lucimiento de cada uno de los intérpretes y del hombre misterioso e impávido que los recibe. Por momentos, el filme puede resultar monótono pero no pierde el rumbo en cuanto a las intenciones de su propuesta, darle peso dramático a cada uno de los casos, entregando un "contrato" sin demasiadas opciones, algo similar a lo que ocurría en La Caja, la película que protagonizaron Frank Langella yCameron Díaz. El deseo, aparece en estado puro.