Se estrenó el nuevo film de Paolo Genovese, Los oportunistas, una remake de la serie The Booth at the End.
En un bar llamado The Place, un hombre espera sentado tomando un café y comiendo a medida que se acercan diferentes individuos con pedidos particulares. Él revisa su agenda y encuentra una actividad que cada uno de ellos debe hacer a cambio de sus deseos. Algunas de las historias se irán conectando a medida que avanza el relato.
Los oportunistas es una película enteramente basada en el diálogo. Toda la acción ocurre dentro del bar y en ningún momento el director nos muestra lo que pasa afuera. Las acciones de cada uno de los personajes que vienen a cumplir sus deseos son parte del fuera de campo. Esta decisión pone mucho peso en hacer creíble el relato y en no aburrir en el tono de su construcción. Dividiendo las opiniones entre aquellos que la van a disfrutar y los que esperaban otra cosa.
Hay un concepto teatral en cada una de las escenas en donde el director no aporta ningún recurso cinematográfico, sólo se dedica a observar y poner plano contra plano de las conversaciones. Otras decisiones no son tan afortunadas: como la utilización de fundidos a negro o una música que queda fuera de lugar en el relato.
Las historias por momentos son previsibles pero su objetivo de mantener al espectador especulando funciona. Arma preguntas constantemente sin respuestas para que se formulen teorías alrededor del protagonista.