El director italiano Paolo Genovese firmó un gran éxito, Perfectos Desconocidos, que tuvo su remake española a cargo de Alex de la Iglesia y ahora su puesta teatral porteña, dirigida por Guillermo Francella. Su nueva película, que Genovese vino a presentar a la Argentina, parte también de una especie de juego, un planteo ingenioso que se desarrolla en un único escenario, un bar llamado The Place, que es el título original del film. Allí parece estar siempre, en una mesa del fondo, un personaje misterioso de mirada triste (Valerio Mastandrea) al que acuden, regularmente, una serie de personajes. Van a pedirle favores, pedidos de vida o muerte, a cambio de lo que él disponga, luego de consultar un cuaderno gastado en el que anota lo que escucha como un analista. Dios o diablo, el hombre parece investigar, como la película, hasta dónde son capaces de llegar estas personas, desesperadas por muy distintas circunstancias. Una película de actores y diálogos, tan teatral, y un poco exasperante, como Perfectos Desconocidos, cuya trama se desarrollaba en un departamento durante una cena entre amigos. No será para cualquiera, pero seguramente, dadas las credenciales del director, atraerá a muchos.