Dirigida por Nicolás Tuozzo y basada en el libro de Gabriel Rolón, Los Padecientes adapta más de un caso que ha pasado por el diván del psicoanalista en su vida real, aunque con el condimento del asesinato. Para sorpresa de muchos, la dupla Eugenia Suárez/Benjamín Vicuña no está en esta película para expresar su amor tan polemizado en los medios locales, sino que ambos ofrecen actuaciones muy respetables adaptando personajes con un perfil bien definido desde las páginas de una novela.
Este nuevo film argentino es el horror en su máxima expresión, y es lamentablemente también un resumen de los titulares que vemos y leemos en los informativos diarios: femicidio, abuso, crimen, y más. La historia nos llega en un momento por demás de sensible, donde la impunidad con la que se cometen cientos de casos aberrantes nos quita el apetito. A diferencia de la realidad, acá la justicia queda bien parada en todo sentido; tanto por mano propia como por el lado de la ley de leyes.
La trama se inicia con el cuerpo sin vida de un famoso empresario multimillonario que ha sido asesinado y arrojado en un lago. Todas las pistas conducen a su único hijo varón -interpretado por Nicolás Francella-, quien ahora está internado en un centro psiquiátrico con un coma inducido. En ese contexto, su hermana mayor (la china Suárez), llega al consultorio del reconocido psicoanalista al que interpreta el actor chileno, pidiéndole por favor que firme un papeleo donde declare que el joven y presunto culpable no está en condiciones salubres como para ser juzgado, es decir, un inimputable. Así comienza una investigación que el protagonista se tomará como muy personal, intentando descubrir los secretos que se esconden detrás de semejante escenario, abriendo un expediente que antes nadie se animó a explorar y aprovechando su capacidad de razonamiento para descubrir una verdad que hacia el final de la película hasta nos hará cubrirnos los ojos de tanto rechazo.
A nivel visual, Los Padecientes está perfectamente lograda, pues incluso presenta escenas con efectos colocados en postproducción. Quizás el único elemento que criticaría es ese tono un poco “almidonado” que suelen tener los intérpretes a la hora de actuar sus guiones, como si lo estuviesen recitando de memoria en lugar de entregarse al papel; ni hablar de los secundarios o de reparto. Más allá del detalle que puede ser muy personal, este thriller merece la pena ser visto y seguramente se posicione entre las ficciones más destacadas del año.
Ángela Torres ofrece una performance para aplaudir, no sólo por su juventud, sino también porque su personaje es una niña de apenas 13 años, experta en violín y atormentada por un fantasma que descubriremos con el correr de los minutos. Otra de las actuaciones destacadas es la de Pablo Rago, quien nos trae a el Gitano, ese mejor amigo que todos necesitaríamos tener para que nos salve en los peores apuros; una especie de compañero de aventuras al estilo superhéroes. Finalmente, y aunque cueste aceptarlo, el rol de Luis Machín. Es el más jugado de todos, ya que básicamente es un cerdo imperdonable.
Recomiendo Los Padecientes como recomendé en su momento Betibú (2014) o Gato Negro (2014)… Son películas diferentes que se animan a traspasar algunas líneas extra y que le hacen muy bien a nuestro cine. Paso a paso, las producciones argentinas se vuelven cada vez más interesantes y enriquecedoras, alimentando las ganas del espectador de apostar a ellas por encima del resto de los países.