La boda de mi (nuestro) mejor amigo
Dean Craig, guionista de uno de los éxitos más rotundos que tuvo una comedia inglesa en nuestro país como fue "Muerte en un funeral" -también responsable de la remake norteamericana- intenta repetir la fórmula en el estreno de esta semana "Los padrinos de la boda".
Nuevamente se plantea como excusa un encuentro familiar como es ahora el caso de una boda y antes lo había sido el funeral del título anterior, donde el delirio iba in crescendo, y por supuesto que ahora en el casamiento también habrá enredos, complicaciones inesperadas, algo de desenfado y mucha pero mucha confusión.
El esqueleto que plantea Craig para esta comedia es sumamente sencillo: David y Mia se conocen en un increíble lugar de vacaciones y van desde el flechazo, el amor a primera vista... directo al casamiento.
David vuelve a Inglaterra a contarle todos los detalles de esta experiencia a sus amigos -los tres padrinos del título- y asi, sin más, invitarlos al evento más inesperado: su boda. Adicionémosle a esto que Mia vive con su familia en un pueblito australiano y que cuando, prácticamente sin conocerse, David y sus amigos traten de caerle en gracia a la familia de la novia, comenzarán los enredos y el la comedia está servida.
Un importante ingrediente que ayuda al delirio es que al llegar a tierras australianas, tanto el novio como los padrinos, se dan cuenta que se trata de una familia adinerada, socialmente muy bien posicionada y cuyo padre es un importante senador que intenta transmitirle la banca a su hija.
Y ya a partir de la despedida de solteros, todo se va yendo de control y los amigos de David no lograrán, ninguno de ellos, llegar al momento de la boda como habían acordado ni cumplir con ninguno de los rituales del ceremonial.
Con una receta que más que parecerse a "Muerte en un funeral" remite directamente al descontrol de la saga de "Qué paso ayer?" todo huele como muy conocido.
Incluso los enredos en una boda plagada de situaciones en donde todos los detalles se complican cada vez más, implicando tanto a los padrinos como a los invitados, ya había sido transitado en la película nacional "Mi primera boda" y por lo tanto, si bien el ritmo de esta comedia inglesa está logrado en todo momento, siempre hay que lidiar con la sensación de que no hay mucho nuevo para contar.
Ya desde la icónica "Despedida de Soltero" en donde hasta un burro terminaba participando de una desaforada fiesta, incluir algún simpático animalito en la trama ya no es novedad aunque siempre rinde sus buenos dividendos.
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En este caso los mejores gags corren por cuenta de las peripecias en torno a una oveja (ya también había un monito en "Qué paso ayer 2" por ejemplo y hay situaciones hilarantes con un perro en "Loco por Mary" sólo por citar un par de ejemplos) y en general, si bien el ritmo es acertado y las situaciones son divertidas, el delirio no parece ir creciendo naturalmente como pasaba en "Muerte...".
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Las piezas dispuestas por el guionista aparecen ya, desde un primer momento, sumamente forzadas y demasiado intencionales como para que en algún momento de la trama, intenten lograr el cometido. Pero justamente la base de lo más ocurrente y divertido, es lograr que nos parezca delirante sin ser burdo o demasiado previsible.
Y mal que le pese, "Los padrinos de la boda", navega completamente a dos aguas. Hay momentos en los cuales encuentra el rumbo de una buena comedia de enredos, logrando algunas situaciones muy graciosas (las ya mencionadas con la oveja y cuando los protagonistas se ven implicados con un particular dealer de cocaina -un papel a cargo de Steve Le Marquand, quien le sabe sacar perfecto provecho-), pero hay algunos otros en donde la exageración hace que la situación no logre encontrar el tono justo para dar en la tecla o que remiten a situaciones muy similares en las comedias ya nombradas o con un dejo de "Bridesmaids-Damas en Guerra" o "Los rompebodas".
Como puntos a favor, el elenco que maneja Stephan Elliott -muy lejos de la brillante "Priscilla, Queen of the Desert" y más cerca de la corrección de "Buenas Costumbres"- es compacto y se desenvuelve funcionalmente dentro de lo que la trama quiere contar.
Una de las perlitas del elenco, es la reaparición dentro del cine australiano de Olivia Newton-John, recordadísima estrella de musicales como "Grease" o "Xanadú" en un papel descontracturado, entretenido, el que parece haber disfrutado y aprovechado en todo momento para jugar y divertirse, aunque pueda haber algunos momentos en que quedemos distraídos por intentar reconocerla tras una pequeña catarata de cirugías estéticas.
Sabiendo que no se pretende mucho más que un entretenimiento liviano y bien armado, "Los padrinos de la boda", puede ser un buen pasatiempo de esos que no dejan enormes carcajadas, pero sí algunas amplias sonrisas.