¿Se pueden obtener unas viejas cartas de amor guardadas celosamente como si fuese un tesoro? Esa es la misión que se impone Morton (Jonathan Rhys Meyers), un crítico literario interesado en demasía para hacerse del correo mantenido entre un gran poeta Jeffrey Aspern (Jon Kortajarena), que murió joven, y su novia.
Esta realización dirigida por Julien Landais, producida sobre una novela de Henry James, comienza en 1822 como un flashback del "presente" narrado unos 60 años después. Ubicada en Venecia, la historia va y viene en el tiempo. Los pasajes del pasado aparecen de tanto en tanto para justificar y explicar muy lentamente qué sucedió en la pareja y el porque de guardar crípticamente el secreto.
Cuando Morton, un elegante y sofisticado hombre, llega sorpresivamente a una mansión vieja y descuidada alejada de la ciudad, habitada por dos mujeres y una sirvienta, con el propósito de instalarse unos meses para arreglarles el jardín, la calma se alterará por completo. Su dueña es Juliana (Vanessa Redrave), la protagonista de la trunca historia de amor con el fallecido poeta. Ella guarda la correspondencia en un sitio que ni siquiera su sobrina Tina (Joely Richardson), madre e hija en la vida real, sabe dónde las esconde. El protagonista, obsesionado con encontrarlas, va a ir aplicando varias estrategias para conseguirlas. Cambio de identidad, amabilidad, presión, seducción, etc.
Dentro de ese juego, cercano al gato y el ratón, transcurre el film. Tiene mucho de teatral la composición de cada situación. El vocabulario utilizado es bien de esa época, refinado, culto y literario. Pese a eso la compaginación de las escenas es dinámica, adaptándose necesariamente al ritmo cinematográfico. La ambientación, el vestuario, las locaciones y la fotografía son impecables, propia de una gran producción. No hay mucha música de fondo, sí voces en off que conviven con lo visual.
Los personajes tienen su personalidad bien definida, que permiten una interacción fluida entre ellos. Porque lo importante aquí son los diálogos y las acciones. Por un lado, la contínua persuasión psicológica por parte de Morton, y por el otro la firme resistencia de las mujeres. En esta lucha de poderes quien pierda la paciencia saldrá derrotado y pagará un alto costo por eso.