Hay algo que falla en las últimas representaciones que el cine local, y más precisamente porteño, hace sobre los jóvenes “adultos”. Solo basta reflexionar, a partir de las imágenes y los diálogos que tiene el protagonista con su entorno, para entender el vacío ideológico sobre el cual se construye la propuesta. Una especie de Conduciendo a Miss Daisy, en donde Daisy es corrida del eje, y la supuesta historia de amor entre los acompañantes, no basta para indagar en cuestiones básicas sobre los roles que ejercen, en el relato, y en el mundo. Buenas intenciones, poca ideología, algo de snobismo, y poca reflexión.