A comienzos del 2001 llegaba a nuestras carteleras La Familia de mi Novia, que vendría a ser la primera edición de esta franquicia, que en el 2005 tuvo su continuación con La Familia de mi Esposo y que ahora acaba de estrenar la tercera edición titulada Los Pequeños Fockers.
Es esta última edición nos encontraremos nuevamente con la ya clásica relación tensa entre Greg Focker y su suegro Jack Byrnes, con la novedad de que ahora el primero ha sido papá de dos traviesos gemelos. La "amistad" que llevan adelante estos antagónicos personajes pareciera haberse reestablecido a la normalidad por completo con la boda final de la segunda parte, hasta que lamentablemente Jack comienza a buscar en Greg el líder familiar que necesitará su linaje cuando él ya no se encuentre entre los vivos.
Esta situación de tensión se acrecienta cuando comienzan a verse asiduamente debido a la cercanía del cumpleaños de los mencionados gemelos. Es allí que empiezan a surgir los conocidos mal entendidos entre la familia Focker y el patriarca Byrnes, para desencadenar los conflictos que aquejan a este film.
Si a la ya sabida tirante relación de Gaylord Focker y el neurótico ex agente de la CIA le sumamos que Jack sospecha que Greg tiene una amante, los tradicionales desencuentros entre estos personajes aumentarán de manera considerable hasta sobrepasar límites que no habíamos podido visualizar en las anteriores dos entregas.
Lamentablemente a Paul Weitz -director de la excelente Un Gran Chico- y compañía no se le ocurrió una vuelta de tuerca mejor que repetir las fórmulas de las anteriores entregas, matizadas con algunas apariciones que en un comienzo son como una pequeña brisa innovadora para luego convertirse en una repetición que sobre el final no generan las mismas reacciones.
Creo que otro de los errores de Los Pequeños Fockers es el desaprovechamiento de los personajes secundarios, algo en lo que en la segunda entrega se puso más foco y donde el resultado fue altamente superior al que vemos en este caso. En el film estrenado en el 2005 los padres de Stiller ocupaban casi la misma cuota de pantalla que los protagonistas de la primera entrega -incluso el conflicto se daba entre los seis papeles protagónicos-, en cambio aquí se centralizó mucho la "acción" en las ya hartamente conocidas trenzas que tienen Greg y Jack, haciendo que en muchos pasajes la historia se vuelva tediosa y pesada.
En cambio cuando Jessica Alba, Owen Wilson y Dustin Hoffman irrumpen en pantalla, los diálogos comienzan a fluír con otro ritmo que se torna altamente desconcertante y divertido. Un claro ejemplo del desaprovechamiento que mencionaba arriba es la escasa participación que tuvo un excelente actor como Harvey Keitel, el cual solo aparece en dos escenas.
Robert De Niro y Ben Stiller tienen grandes momentos en las secuencias que les ha tocado compartir, demostrando que más allá del paso de los años la química entre ellos parece inagotable. Pero como bien dijo Calamaro "No se puede vivir del amor" y las situaciones de enredos que antes nos causaban risa, ahora se tornan previsibles y no logran ocasionar las mismas reacciones que antaño. Lamentablemente el tiempo pasa para todos y la dinastía Fockers no es la excepción...
Más allá de las "pálidas" que acá citamos hay varias secuencias que pagan el valor de la entrada y son muy graciosas, aunque el examen final convierte a Los Pequeños Fockers en la peor de las tres entregas y deja un cierto sinsabor por la oportunidad desaprovechada de seguir levantando una buena cosecha de comedias.
Los Pequeños Fockers se queda en un intento de reflotar una exitosa saga de comedia, con un resultado bastante irregular que se salva por algunas buenas secuencias y las actuaciones a la altura de lo que la franquicia merecía.