La dictadura chilena es un tema candente en Chile tanto como en Argentina. En Los perros se aborda esta temática desde la perspectiva del seno familiar.
Mariana (Antonia Zegers) pertenece a la burguesía chilena y toma clases de equitación con Juan (Alfredo Castro). Su esposo Pedro (Rafael Spregelburd) no le da la atención necesaria, pero este no es el foco en la película.
Entre Mariana y Juan se gesta el cariño. Es allí cuando surge la curiosidad de ella tras ver el trato de la gente del pueblo hacia Juan. Este sufre incendios voluntarios, pegatinas y protestas en la puerta de su casa. Mariana investiga el tema a fondo y llega a una conclusión: en su pasada vida militar el coronel Juan tuvo a cargo personas que hoy en día figuran como desaparecidas.
La figura de Francisco (Alejandro Sieveking), el padre de Mariana, es de mucho peso y voy a ser totalmente subjetivo con esto: me repugnó ni bien lo vi en escena (¡buen trabajo!). En él se encuentra personificada una ola de secretos del pasado. Se toma con notable liviandad los cargos que se le atribuyen. Francisco se pavonea con sus amigos (más que amigos, cómplices) y camina las calles chilenas con una impunidad digna de un país sin justicia.
“Este país está lleno de monstruos” es una frase que escucha Mariana sin saber aún que su profesor de equitación y su mismo padre forman parte del séquito. Si hay alguna virtud en el film Los perros es la ambigüedad.
No hay una línea divisoria entre “personas normales” y ex militares de dictadura. El lado humano está presente y eso significa ver al coronel Juan cansado tras un día de trabajo o a Francisco sonriendo en fiestas de cumpleaños.
Una mención aparte para los perros que aparecen en el film de modo estratégico y en el momento indicado. El poster de la película es un obsequio para Mariana por parte de su esposo y una clara alusión: una niña rodeada de perros (ella en la vida real).