El que nació para secundario...
Madagascar (2005) tuvo un gran éxito de taquilla que devino en dos secuelas. Dentro de esas películas con tantos personajes tan queridos por los espectadores, había un grupo de pingüinos delirantes, con aires de agentes secretos, y que solían agregarle más humor y locura a las películas. Muchos personajes secundarios suelen ser un elemento fundamental para levantar películas muy populares. Los pingüinos solían ser las estrellas de muchas escenas, lo que llevó a que tuvieran su propia serie de televisión en el año 2008. Ahora llegó el turno de la película Los pingüinos de Madagascar, donde toda la trama gira en torno a ellos. Como era de esperarse, el protagonismo de los pingüinos pasa de simpático a bastante aburridor. Los chistes se extienden y la gracia de su comportamiento paranoico se pierde por completo al estar realmente en una situación que amerita su comportamiento. En resumen: Arruina a los personajes el hacer con ellos este largometraje. Para la risa fácil, sin sentido, para la repetición más que forzada de las claves del humor, este guión no ayuda. El cine de animación ha madurado y crecido mucho y hoy tiene una oferta enorme, no es necesario hacer el clásico film estilo de Disney, pero tampoco se puede reducir la animación al chiste barato, repetido, obvio. Skypper, Kowalsky, Rico, y Cabo podrán ser personajes divertidos para un cortometraje, pero no lo son para un largo. Ni la presencia de personajes nuevos ni de voces de grandes actores como John Malkovich o Benedict Cumberbatch para dichos personajes (en la versión en idioma original) pueden hacer una diferencia. Cuando las secuelas y las precuelas se agotan, las ramificaciones de las tramas son la única salida y son, en este caso una salida muy pobre. En unos meses se estrena la película de los Minions y así todo. Por suerte películas como El libro de la vida, por dar un ejemplo reciente, demuestran que el cine de animación es más que la descontrolada ambición de recaudar a cualquier precio agotando fórmulas.