SE NECESITA ALGO EXTRAORDINARIO PARA VOLVER A LA REALIDAD
Comedia dirigida por Mark Waters ("500 Days of summer) que logra aprovechar la figura protagónica de Jim Carrey para crear un personaje infantil y divertido, y que, gracias a un guión que se centra en cuestiones puramente familiares, logra entretener y emocionar en sus adecuados momentos.
Popper es un hombre que trabaja todo el día y que no tiene demasiado tiempo para su vida personal. Su padre, desde que él recuerda, ha estado de viaje en viaje y le ha traído los mejores recuerdos de cada uno de los lugares que visitó. Un día, luego de la muerte de su papá, él va a recibir una extraña herencia: seis pingüinos. Sin saber qué hacer, pronto va a intentar llamar al zoológico para que se los lleven, pero sus hijos se lo van a impedir, ya que han quedado enamorados con las aves. Reacondicionar su departamento y hacer lo posible por que los del zoo no se lleven los animales, van a ser las nuevas tareas de Popper.
La cinta está basada en el cuento homónimo escrito por Richard y Florence Atwater, por lo tanto, manteniendo el mismo espíritu infantil e inocente de las páginas del libro, aquí se decidió llevar adelante la historia centralizándose en el público familiar, por lo que reinan las características típicas de este tipo de propuestas.
Por un lado, el guión juega con la identidad de los pingüinos, como si fuesen los siete enanitos de "Blancanieves", y se les pone nombres adecuados a su personalidad. Es así como, desde el principio, se deja a entender que los animales son una versión un poco caricaturizada que en la realidad, cosa que le favoreció en mayor medida al disfrute de la propuesta, ya que sino todo el humor tendría que haber venido por el lado del hombre protagonista, impidiendo que las aves tengan algún sketch humorístico que mostrar. Muy bien resueltas las escenas en las que ellos se divierten y tratan de convertirse en una extraña familia. Se deja en claro que es una película infantil, pero una bien lograda, ya que a su debido momento logra emocionar y entretener a la vez, y, por sobretodas las cosas, no llega a ser de esas propuestas al estilo "Alvin y las Ardillas" (donde también se mezcla la animación con el live action), que no logran ninguno de los dos propósitos.
Por otro lado, el papel protagónico de Jim Carrey está muy bien logrado. El espectador que le guste cómo el intérprete lleva adelante sus personajes, aquí va a volver a salir satisfecho, ya que mantiene el mismo nivel actoral que en varias de sus últimas películas y le aporta a Popper muchas de las morisquetas y expresiones faciales que lo caracterizan. Quienes lo acompañan también están correctos, ya sean Carla Gugino (esposa), Madeline Carroll (hija) y Maxwell Perry Cotton (hijo).
El humor es inocente y, aunque se hace una acentuación algo innecesaria sobre los gases y golpes de dos de los animales, siempre entretiene y mantiene un nivel de diversión que perdura hasta el final. Hay varios momentos emocionantes, centrados en el nacimiento de pequeños pingüinos, también bien logrados dentro de la historia, que se da el lugar para emocionar y hacer reflexionar al espectador. Los efectos especiales son buenos, en especial en la realización de los movimientos y la animación de las aves.
El problema de la película es muy sencillo, pero a la vez es grave, ya que no permite que la imaginación, ni la originalidad, logren emerger de cada fotograma de la cinta. Todo lo que sucede, aunque esté bien, parece muy calculado y repetido, no hay un segundo de inspiración en lo que rodea al personaje de Carrey y lo que, al final termina siendo el típico final feliz, se ve artificial y superficial por la manera en la que fue mostrado.
"Los Pingüinos de Papá" es una película que se toma algunas libertades con respecto al libro (termina siendo un producto con varios lugares comunes), pero que, a grandes rasgos, comparten el mismo sentido y la misma moraleja final. Correctamente actuada, entretenida y muy sencilla, una buena propuesta para ver en familia, para divertirse y emocionarse. su objetivo es hacer pasar al espectador un buen rato en la sala y, pese a los problemas, que no se pueden dejar de lado, lo logra.
UNA ESCENA A DESTACAR: salida a jugar.