Anexo de crítica: Los pingüinos de papá es una película sin guión y sin cohesión narrativa, que simplemente se apoya en el atractivo de las aves marinas y de su protagonista, quien recupera su viejo papel de Mentiroso, mentiroso pero más contenido y concentrado en resaltar su lado humano porque el objetivo de la película dirigida por Mark Waters no es otro que recuperar la noción de familia como el pilar más importante de la sociedad. La falta de un antagonista de peso –el empleado del zoológico inescrupuloso no está a la altura de villano- le juega en contra a un Jim Carrey poco gracioso que no apela a su galería inagotable de expresiones y modos para complementarse eficazmente con sus mascotas, quienes más allá del adiestramiento no pueden ocultar el trabajo de la digitalización complementaria, pero que se ensambla prolijamente en la interacción con los actores.-