En este tipo de películas a veces hay que ser un poco indulgente; Los Pitufos 2 se trata de un producto concebido para niños pequeños y la mirada infantil que todos poseemos dentro debe aflorar indefectiblemente. Porque sino habría que cuestionar esquemas ya vistos, situaciones argumentales poco elaboradas, actuaciones desparejas, etc. De la mano de un realizador experto en este subgénero de la animación combinada con la acción viva, Raja Gosnell (las dos de Scooby Doo, Un Chihuahua en Beverly Hills y el anterior film pitufo), hay que decir que hace bien su trabajo, pero tampoco deslumbra con su creatividad. Y aquí retoma el mundo de esas criaturas, que indudablemente, desde que adquirieron su nuevo aspecto corporizado y tridimensional, han aumentado su encanto. Se han estilizado los trazos, algunos lucen mucho mejor (especialmente la Pitufina, para deleite de las niñas, aquí con un rol muy protagónico) y algunos más graciosos (como el pitufo Vanidoso y Tontín). Y quién más se ha beneficiado es el personaje de Gargamel, un villano que de la mano de un gran actor Hank Azaria, se convierte en una verdadera creación. En este caso intervienen otros pequeñuelos que se podrían denominar gnomos, en el marco de una París a la que caprichosamente nos lleva la trama. Pero algunos planos de la ciudad luz colaboran con la magia que necesariamente aporta la propuesta. Brendan Gleeson también destaca su módico aporte actoral para que los niños tengan momentos de humor no sólo a través de los hombrecitos azules.