El producto es el marketing
Raja Gosnell era un montajista de oficio probado como tantos otros profesionales de pura cepa que han trabajado para Hollywood. El problema es que en 1995 después de editar Nueve meses, la anémica remake de un éxito galo que rodara Chris Columbus, Gosnell se despidió de la actividad que le forjó un nombre en la industria para recalar en la dirección. Ambición entendible si lo contemplamos desde un punto de vista empático pero mucho menos justificable si repasamos los ocho filmes que nos ha enrostrado el hombre en casi dos décadas: Mi Pobre Angelito 3, Jamás Besada (probablemente lo más rescatable que hizo), la infame Mi Abuela es un Peligro, Scooby Doo y su secuela; Los tuyos, los míos y los nuestros; Una Chihuahua de Beverly Hills y Los Pitufos. Con semejante prontuario fílmico no es de extrañarse que su nombre nunca esté ausente de los ránkings de Peores realizadores que suelen confeccionar los usuarios del sitio web especializado IMDb. Por desgracia su nuevo opus, la segunda parte de Los Pitufos, sigue confirmando que el conflicto vocacional que lo llevó a su posición actual sólo fue bueno para él. El resto de los mortales, según intuyo, seguiremos sufriendo por un buen tiempo su influencia en el cine familiar mainstream que continúa generándole sus pingües ganancias al estudio que lo contrate.
Allá por 1958 los diminutos gnomos azules bautizados en español con el nombre de pitufos aparecieron como personajes secundarios en la historieta Johan et Pirlouit del guionista y dibujante belga Peyo (1928-1992). Con el tiempo los editores se dieron cuenta de que las ventas de las revistas se multiplicaban cuando los pitufos eran de la partida lo que propició la independencia de los personajes y su posterior éxito en todo lugar donde se publicaran sus aventuras. Mucho ayudó a su difusión la bienamada serie animada producida por el binomio Hanna-Barbera en los ochentas. En 2011, tras una ausencia prolongada de los medios audiovisuales, Sony Pictures Animation estrenó una adaptación cinematográfica que combinó la animación con la live action. El filme era malo y no le hacía justicia a la historieta pero los chicos lo convirtieron en una mina de oro por lo que la continuación fue aprobada de inmediato. Apenas dos años después ya tenemos la nueva incursión de Papá Pitufo, Pitufina y demás miembros de la aldea en territorio humano (antes fue en Nueva York ahora el nudo de la historia se desarrolla en París), siempre con el brujo Gargamel y su gato Azrael como antagonistas directos.
Cinco guionistas se encargaron de escribir el simulacro de guión de Los Pitufos 2. Una locura por donde se lo mire. La experiencia indica que cuantos más participan de la reescritura las posibilidades de obtener un resultado digno disminuyen notoriamente. Es evidente que de la creación de Peyo tomaron sólo los aspectos más comerciales de los personajes que son trivializados y burdamente explotados sin siquiera intentar aprehender el espíritu con el que fueron concebidos. Aquí lo que importa es lucrar con el marketing todo lo que se pueda y que la película salga como salga. El suceso artístico los tiene sin cuidado a estos muchachos.
Técnicamente Los Pitufos 2 está decentemente filmada, la interacción de los dibujos con los actores es correcta e incluso el polémico 3D ha sido aplicado con buen criterio. El problema, insisto, pasa por un guión carente de interés e ingenio. Los gags divertidos brillan por su ausencia, los diálogos aburren y tampoco ayuda el deficiente doblaje al español. A diferencia de otros productos infantiles aquí los adultos no tienen cabida. A la media hora de iniciada la proyección ya querés que se termine el suplicio. Pero no, por desgracia todavía quedan otros setenta eternos minutos por padecer mientras Gosnell y sus cinco inoperantes guionistas vuelven a repetir el mismo esquema argumental del filme anterior. Sólo que esta vez la excusa es el rescate de la Pitufina que ha sido secuestrada por dos secuaces de Gargamel (Hank Azaria), Vexy y Hackus, con el propósito de que confiese la fórmula secreta de los pitufos. Tras ella van Papá Pitufo, Vanidoso, Gruñón y Tontín que se cruzan con el bondadoso matrimonio de la aventura previa (Neil Patrick Harris y Jayma Mays) y unen fuerzas para derrotar a los malvados.
Los Pitufos 2 es una comedia que no hace reír ni transmite alegría alguna. Los personajes de Peyo no se merecían este maltrato. Si me apuran hasta me atrevería a jurar que las parodias grotescas de Peor es nada (Los Putifos) y el Negro Olmedo eran mucho más graciosas. Y eso que estaban hechas con dos pesos.