Lo mismo, pero en Paris
En el comienzo de la película, los pequeños seres azules están reunidos en la aldea leyendo un colorido libro que resume la vida de Pitufina. Creada por Gargamel, infiltrada en la aldea, y luego convertida en Pitufina gracias a la magia de Papá Pitufo, pasó de ser morocha fea y mala, a ser rubia, buena y bonita. Se acerca su cumpleaños, y la única habitante femenina de la villa tiene pesadillas relacionadas a su malvado origen, por más que sus compañeros siempre le demuestren cariño y la acepten como a un pitufo más.
El malvado Gargamel (Hank Azaria), lejos de haber encontrado un merecido castigo, se convirtió en estrella de la magia, y luego de dar shows en Nueva York y Las Vegas ha llegado nada menos que a París. En vez de dedicarse a disfrutar de la fama y el dinero, el maléfico personaje de túnica negra pone en marcha un malvado plan que incluye a dos nuevos semi-pitufos de su creación, el secuestro de Pitufina, y una máquina para robar la esencia de todos los Pitufos, y así conquistar el mundo.
Con la pequeña Pitufina en manos de Gargamel, Papá Pitufo y tres pequeños más deben volver al mundo humano para rescatarla, y para esto cuentan con la ayuda de la encantadora pareja de la película anterior, Patrick y Grace ( Neil Patrick Harris y Jayma Mays) su pequeño hijo, Blue, y Victor (Brendan Gleeson) el padrastro de Patrick.
El tema del origen es algo que da vueltas durante toda la película; Pitufina teme ser malvada, por haber sido una creación de Gargamel, y Patrick no puede terminar de aceptar a un padrastro que lo quiere como a un hijo. Todo se resume en una frase del sabio Papá Pitufo quien les dice que "lo que importa no es de donde uno viene, sino quien uno elige ser". Una frase muy linda, pero que se contrapone a un mensaje estético bastante poco feliz, para darle a los niños: tanto Pitufina en el principio, como las nuevas dos criaturas hechas por Gargamel, son feos, porque fueron creados por alguien malvado. Cuando la bondad y la magia los alcanzan, se convierten en personajes lindos, o al menos más aceptables estéticamente.
En la película abundan las escenas melosas, los paisajes parisinos, el humor físico, las corridas, las persecuciones y los efectos especiales, sobre una historia bastante pobre. A diferencia de otras remakes de dibujos o series ochentosas, Los Pitufos carece de un buen trabajo de guión, ya que básicamente no le encontraron una vuelta interesante para adaptarla a estos tiempos. En la mayoría de las remakes se recurre a la parodia, a los diálogos irónicos, y con esto logran no solo entretener a los chicos, sino también a los padres.
Los Pitufos es una historia bastante parecida a la de cualquier capítulo, pero con una mejor calidad, y por supuesto, mucho más dinero encima.
Los actores no tienen mucho para hacer con los personajes que les han tocado, pero Hank Azaria es el único que parece esforzarse lo suficiente para aportarle algo más a un personaje que al igual que en la serie animada, es malo, feo y siempre tiene mala suerte.