Parcialmente aburrida
No hay un guión que sostenga esta sumatoria de gags.
A diferencia de Los Pitufos (2011) y Los Pitufos 2 (2013), aquí los personajes azules no comparten encuadre con actores. Los Pitufos en la aldea perdida es una largometraje (y también largo metraje) completamente animado. Y parcialmente aburrido.
Si todos los Pitufos, ya desde su nombre, indican su carácter o a qué se dedican (Gruñón, Fisgón, Filósofo, Tontín, Fortachón), Pitufina ¿qué es lo que hace? Es cierto que no es Pitufa 100%, ya que fue hecha a partir de arcilla por el malvado hechicero Gargamel para encontrar la aldea de los Pitufos. No importa. Igual, Pitufina ya no tiene la voz de Katy Perry sino la de Demi Lovato, aunque en la Argentina nunca nos enteraríamos porque todas las copias se estrenan dobladas al casteiano.
El hecho es que Pitufina, que es rubia, parte con Tontín, Filósofo y Fortachón en busca de la aldea del título, tratando de que no lo haga antes Gargamel, que tiene un solo diente arriba -que cambia de lugar, eso sí-, ayudado -es una manera de decir-, por su fiel y malhumorado gato Azrael y un ave de rapiña multicolor a la que alguna vez le dicen cóndor. Quiere ser el mago más poderoso del mundo, y para ello necesita apoderarse de los Pitufos. Pero no deben cruzarse con el bosque prohibido. “No puede pasar de ese Muro”, dicen, premonitoriamente alla Trump.
El agua está bien realizada. Lo que no tiene Los Pitufos en la aldea perdida es historia que la sostenga. Y sí muchos puntos en contacto, ahora que la protagonista es Pitufina, con la saga de Tinker Bell, desde la aldea que habitan pitufas -que las hay graciosas, corajudas y así- hasta cómo vuelan colgadas de una margarita.
¡Ah! A los abnegados padres, abuelos, tutores y hermanos mayores: quédense hasta el final de los créditos, que, por así decir, pasa algo. A ver si los chicos se enteran, y tienen que volver.