Ni una pitufa menos
La flauta de los pitufos (1976) fue la primera adaptación para la pantalla grande del universo de los diminutos seres azules creados por el Belga Peyo allá por los años cincuenta. Entrado el siglo XXI Sony apelo a una doble estrategia que funciono comercialmente, recuperar un producto como Los Pitufos para las nuevas generaciones y además remitir al espectador nostálgico que quería ver nuevamente sus personajes favoritos una vez más y compartir con sus hijos la experiencia.
Así surgieron Los Pitufos y Los Pitufos 2 (2011 y 2013 respectivamente), películas que mezclaron live action y animación y en las que además se trabajaban ideas sobre la integración el trabajo en equipo, el respeto y la honestidad entre otros puntos, mientras las historias desandaban las persecuciones del villano Gargamel y su obsesión con los gnomos.
Pero en un nuevo acercamiento al mundo de Peyo en Los Pitufos en la aldea perdida (Smurfs: The Lost Village, 2017), además, se trabajan temas de urgencia en la agenda mediática, como el empoderamiento femenino y el grito de nuevas generaciones que descreen de aquellas princesas ideales de Disney.
A priori en esta adaptación todo se mantiene igual que antaño, no hay humanos, solo pitufos que pitufean y comen pitufresas en la pitufialdea. No, no es un trabalenguas, es como ellos hablan, todo es pitufidivertido, todo pitufa, todo es pitufo, excepto la Pitufina, quien fue creada como carnada por el malévolo Gargamel para atrapar pitufos, y que si bien ha sido aceptada por el resto de la aldea, de vez en cuando le recuerdan su origen.
En medio de una profunda crisis de identidad la pequeña Pitufina decide emprender un viaje y es atrapada por Gargamel. Tontín, fortachón y filósofo la secundaban y, alertados por la situación, la ayudarán a escapar y en esa ayuda pondrán en peligro aún más sus vidas y la de los otros seres que están más allá del lugar.
Entre búsquedas y descubrimientos, canciones, música, coreografías, estereotipos, y personajes entrañables Kelly Asbury (Gnomeo y Julieta) construye un relato con una fuerte ideología feminista, sobre la superación, la identidad, la amistad, y sobre cómo los demás terminan proyectando preconceptos que someten percepciones, y que a la larga se desmoronan. Bienvenida la inyección de éste espíritu a la saga.