Los Pitufos son unos de los íconos más importantes que existen dentro del cómic europeo que en América por lo general se los relaciona con la brillante serie animada de Hanna-Barbera de los años ´80.
Más de 50 años de vigencia en mundo de la historieta hizo que los duendes azules tengan el mismo prestigio que otros grandes como Tintín o Asterix.
Claro que la historia de estos personajes no siempre fue color de rosa. Los Pitufos fueron acusados por más de un trasnochado de ser criaturas diabólicas que generaban mala suerte e inclusive de ser un instrumento de propaganda comunista.
Sin embargo nada de esto impidió que la más famosa creación de Peyo, un gran artista de cómics, resultara un éxito en todo el mundo.
Esta película que llega esta semana a los cines es la primera producción live action que se hizo con estos personajes. En el pasado (ver Dato Loco) hubo otro largometraje animado que sigue siendo hasta ahora el mejor trabajo realizado con los duendes en el cine.
Creo que esta reseña debe dividirse en dos partes.
El aspecto más positivo que puedo rescatar de este estreno es que el film, pese a sus fallas, contribuye de alguna manera a difundir estos fabulosos personajes, con los que muchos de nosotros nos criamos en la infancia, entre las nuevas generaciones de niños que no los conocían.
Me parece que en su gran mayoría, los chicos que se engancharon con Alvin y las ardillas van entretenerse un rato en el cine.
Sin embargo, tampoco puedo dejar pasar que más allá de este tema Los Pitufos 3D es una decepcionante película mediocre que poco tiene que ver con los personajes de Peyo.
El estudio Sony no hizo otra cosa que refritar de manera burda la misma fórmula que usó Fox con Alvin y las ardillas y que hace poco copió Warner con el Oso Yogi.
La dirección corrió por cuenta de Raja Gosnell, quien hizo un muy buen laburo con los filmes de Scooby Doo, muy especialmente en la segunda entrega que estaba plagada de referencias a episodios clásicos de la serie animada.
Más allá de los gustos personales, lo que nadie le puede objetar a esas películas es que distorsionaran el dibujo animado. Gosnell capturó a la perfección el espíritu de la serie de Scooby.
Con los Pitufos no ocurre lo mismo y se nota que no tuvo la misma libertad con la que trabajó en Warner. Los únicos momentos decentes de este film son los primeros 10 minutos cuando presenta a los personajes en su aldea y una muy linda secuencia hacia el final donde se le rinde un pequeño tributo al cómic de Peyo. Después la película es cualquier cosa.
El problema es que al trasladar a los duendes a la ciudad de Nueva York, en el mundo real, se perdió toda la magia que tenían los Pitufos. Es algo similar a lo que ocurrió en su momento con la malograda película de He-Man, con Dolph Lundgren.
Si Sony hubiera desarrollado este film exclusivamente por la via de la animación , probablemente hubiera sido mejor artísticamente, pero de ese modo el estudio se perdía de explotar el desfile burdo de chivos publicitarios con los que facturaron a lo grande.
Esa es la gran decepción. Explotaron a los personajes de Peyo con el único objetivo de brindar un catálogo de publicidades, sin preocuparse por hacer una buena película.
Hay una secuencia que transcurre en un shopping que parece dirigida por Carlos Mentasti.
Sabemos que todas las películas de este tipo tienen chivos (Chandler suele hacer buenos informes al respecto) pero acá es obsceno como lo manejaron.
El 3D es absolutamente inservible. Salvo por algunos efectos en un par de escenas no aporta nada, por lo que no vale demasiado pagar más caro la entrada.
En fin, un regreso de los Pitufos desperdiciado.
El Dato Loco: Los Pitufos y la Flauta Mágica fue una gran producción animada belga de 1976, dirigida por Peyo, que llevó a estos personajes por primera vez a la pantalla grande.
Una muy buena producción que adaptó la trama del cómic de “Johan y Peewit”, donde los Pitufos debutaron por primera vez en una historieta. En este caso no aparecían ni Gargamel ni Pitufina.
En América recién se conoció en los cines en 1985, cuando ya se emitía la serie de Hanna Barbera y fue un tremendo éxito taquillero junto con la película de los Ositos Cariñosos.
Según cuenta la leyenda, el cine Helios de Palomar se incendió poco después que exhibieran el film y se dice que en el piso del cine quedó dibujado por el fuego el rostro de uno de los Pitufos. Un mito urbano que contribuyó a alimentar el lado oscuro de los duendes.