Bellísima estéticamente (la fotografía, reconstrucción de época y dirección de arte son notables), esta adaptación de la novela de Silvina Ocampo y su marido Bioy Casares tiene buenas interpretaciones pero se detiene excesivamente en presentar los personajes y sus vínculos. Casi en la segunda hora el guión tracciona fuerte: es decir, entra en la trama policial. Es entonces cuando el film funciona narrativamente, aunque ya sea un poco tarde.