Éramos pocos y ahora también abundan los exorcistas coreanos. El problema es que mientras los zombies son universales, e incluso el antiguo lagarto gigante mutante coreano Yongari no era muy distinto de su primo japonés más famoso, Godzilla, cuesta un poco más creer en un sacerdote católico apostólico romano que mezcla su idioma con el latín al intentar sacar el demonio del cuerpo de una jovencita poseída. Justamente asi empieza “Los rostros del diablo”, con un prólogo sobre el citado exorcismo que no sale bien en ningún sentido (no sólo gana el demonio, sino que el director tampoco logra borrar el recuerdo ni de William Friedkin ni de Max Von Sydow).
En todo caso, el asunto continua tiempo después cuando el fracaso ha logrado que el cura pierda su fe, la que deberá recuperar cuando la familia de su hermano sea la que tenga conflictos demoníacos. Más allá de su falta de verosimilitud, a este film también le falta tensión narrativa para sostener casi dos horas de metraje Sí tiene algunos momentos razonablemente horripilantes, que funcionan de modo intermitente.