Promocionada como supuesta continuación de Los Soprano, por la presencia en su elenco del hijo de James Gandolfini, Los Santos de la mafia se presenta como precuela, una ventana a los orígenes de la serie de culto. David Chase, su creador, escribe, más de una década después de terminada la serie, y a ocho años de la muerte de su icónico protagonista, la historia de un Tony adolescente (Michael Gandolfini).
Una espera un poco larga para los fans que acaso esperaban que la historia de los DiMeo y la mafia italo americana de Jersey se ampliara hacia el pasado. Hay, para esos fans, bastantes referencias amables aquí, aunque la película, dirigida por Alan Taylor, parece recortada del producto original. Gandolfini hijo convence, en una especie de catarsis de escenas abundantes en violencia, en las que se cruzan infinidad de conflictos entre muchos personajes, con vínculos de sangre o no. En ese sentido, un poco caótico, Los santos de la mafia parece quedarse en el terreno de la presentación de personajes y situaciones, sin margen para el desarrollo. Claro que el universo es atractivo, como avala su vigencia. Desde el cine de Scorsese al hecho de que, en sus seis temporadas, Los Soprano se haya inscripto en la historia de las series, previa a la era streaming (esta se verá, después de su paso por salas, en HBOMax).