Esta precuela de la mejor serie de todos los tiempos, balancea, de manera perfecta, el género de “gangsters” con el universo conocido del programa en algo completamente nuevo, pero conocido.
Hay algo que trasciende la propuesta de esta película, que de ninguna manera tiene que ver con su lograda puesta, recreación y actuaciones, que evocan un mundo que fue presentado a lo largo de varias temporadas en el clásico show de HBO, sino que tiene que ver con recuperar un ícono como Tony Soprano, pero, en este caso, a partir de la iniciación que tuvo en su adolescencia.
Estremece ver a Michael Gandolfini, hijo de James Gandolfini, que encarnara al entrañable personaje, llevando ahora sobre sus hombros la conflictuada psicología del rol, el que, con guiños constantes a The Sopranos, se nutre de los cimientos del género para reforzar su relato, clásico, sobre el auge y ocaso de un “rey” de la mafia.
Independientemente de sus valor como discurso de género, e independientemente de él, el querer saber más sobre el origen de Tony, como así también, el recuperar, de alguna manera su rostro en otro rostro, similar, cercano, funda el placer esta propuesta.
Alan Taylor es el encargado de revisitar la historia, la que, una vez más, cuenta con la pluma de David Chase, el creador de la serie, quien particularmente y más allá de la pirotecnia visual y musical que crea en el relato, se vale de momentos precisos en los que asistiremos a la niñez y juventud de Tony, un ser atormentado por sus impulsos, deseos, y que en un punto se vio envuelto en una a la que nunca quiso pertenecer.
Hay una escena clave. Tony dialoga con su consejera estudiantil por haber “robado” las respuestas de un examen. Al salir de la dirección, se encuentra su madre, quien es convocada por la mujer para hablar con ella en privado, y cuando uno imagina que se viene un reclamo, lo que se sucede es una serie de elogios potentes para con Tony, destacando su inteligencia y capacidades.
Pero como está claro que nadie elige su propio camino en este mundo de gangsters, en donde la sangre determina absolutamente todo, y cualquier traición es considerada la peor de las traiciones, no importa de qué tipo, Tony seguirá los pasos de quienes ya han recorrido este plano, comenzando desde joven, a saber las reglas de un mundo del que nunca podrá escapar.
Asfixiante por momentos y con una violencia naturalizada que replica en un sinfín de escenas, esta precuela promete que en breve nos volveremos a encontrar con nuestros personajes favoritos sin exigirles más que el hecho que vuelvan a transitar un mundo que amamos y siempre vamos a amar.
Mención especial para Vera Farmiga, Alessandro Nivola, Ray Liotta, quienes encarnan en múltiples dimensiones a roles claves del relato.
POR QUE SI:
“Estremece ver a Michael Gandolfini, hijo de James Gandolfini, que encarnara al entrañable personaje, llevando ahora sobre sus hombros la conflictuada psicología del rol”