La creación artística tiene un gran componente lúdico, pero si ésta pretende exhibirse a un público -lo cual, a mi entender, es esencial en la obra de arte, como no lo es en la naturaleza-, debe tener algo de consistencia o algo de originalidad. En suma, debería tener algún atractivo para el espectador que vaya más allá de la publicidad que pudiera tener. Sin embargo, suponiendo que la obra sea meramente un juego personal, cuya exposición al público fuera irrelevante, aun así, podría atribuírsele algún tipo de interés: el que trae el talento de un artista, que se filtra incluso inintencionalmente por los poros de su arte.
Ahora bien, esto plantea una discusión ya más específica... ¿Es Los santos sucios, de Luis Ortega, un film personal? ¡Hemos visto joyas en films "personales", en films de bajísimo presupuesto, y, lo que es peor, hemos visto más personalidad en películas horribles! Lo que ocurre aquí -y lo pongo a discusión- es un espantoso caso de "hijodepapaísmo", chupasangre del ya relativamente pequeño presupuesto del INCAA. Luis Ortega, hijo de Palito, anunció en una nota "quiero redimirme de mis films anteriores". Qué redención sería esta, no lo sé, quizá una relacionada con el purgatorio, porque Los santos sucios no aporta absolutamente nada a nadie, excepto a su director: difusión y la chapa de cineasta.
El argumento de esta película de la rama de las "apocalípticas", se centra en la travesía de un grupo de personas que intentarán cruzar un río que los alejaría de una devastada ciudad de pos-guerra, con soldados futuristas meCursiva rodeando y una vida de miseria. Rey (Alejandro Urdapilleta) quiere depararle a su compañero e íntimo amigo Cielo (Luis Ortega) un futuro mejor y, para ello, conseguirá la ayuda de Berry (Rubén Albarracín K.J., con voz de Oscar Alegre) y luego se prenderán otros, por necesidad o por casualidad, como el Mudo (Emir Seguel, también guionista con Urdapilleta y Ortega) y Brian (Brian Buley). La nota femenina la dará, a modo de molesta presencia, Martina Juncadella en el papel de Monito. La locura, el amor y la necesidad son tres elementos infaltables en el género y presentes aquí, pero los sentidos abiertos ya rozan lo estúpido y las relaciones humanas que se exponen durante el largometraje no logran atraer ni siquiera el escándalo.
A pesar de que Los santos sucios pudiera ser una de muchas producciones olvidables, yo prefiero situarla en un plano distinto y lanzarme contra ella con especial encono. En primer lugar, porque no es la secuencia argumental lo más criticable (aunque ésta sea confusa y sucia), sino el valor del film. Los santos sucios carece de valor alguno en cualquier sentido que se mire, y esto se liga con un segundo punto de desaprobación que consiste en el persistente horadar de estas producciones lamentables en la relación del público argentino con las películas "de género". Es una pena que sólo en festivales se encuentre lo bueno y que esos festivales tengan una categoría B frente a otros. Desconozco qué motivos impulsan el apoyo del INCAA, que posibilita pasar el film a 35 mm, pero si poco se ve en salas fuera de estos festivales, ha de intentar analizarse la posible impronta y la calidad de loas películas a ser consideradas. Un buen ejemplo ha sido El Bosque (buscar en el blog la crítica): sencillez, género e impulso a jóvenes cineastas. La contracara es Los Santos Sucios, tercer film de un famoso que no ha demostrado talento aun y que sólo echa leño al fuego para quienes bregan porque estas películas distintas, raras, desaparezcan. Reconózcase también que el presupuesto no pudo haber sido excesivo, pero las ráfagas de talento se ven en un encuadre correcto, en un montaje inteligente y en un guión bien realizado y no siempre en las exigencias de los recursos materiales.
Quod natura non dat, Salamantica non praestat