El apocalípsis según Luis Ortega
La tercera película del prolífico y siempre complejo realizador Luis Ortega (Caja negra, 2002) nos sumerge en un mundo apocalíptico que puede ser asociado a films como Niños del hombre (Children of Men, 2006) o La carretera (The Road, 2009) pero que dista de todo tipo de comparación por la forma en que decide llevar adelante un relato oscuro, sin ningún tipo de concesiones, fiel al estilo que lo caracteriza.
La trama nos sitúa en una ciudad que quedó en ruinas producto de una guerra. La ciudad está devastada y sólo queda un grupo de sobrevivientes para los que la única salida es el río. Cada uno deberá enfrentarse a sus propios miedos si quiere salir airoso de ese apocalípsis que no es otro que el infierno más profundo que habita en cada ser humano.
Los santos sucios (2009) puede y debe ser analizada tanto desde lo estético como desde lo narrativo. Estéticamente el film roza casi la perfección cinematográfica. Ortega ya había demostrado en su anterior film Monobloc (2004) una inquieta y atractiva búsqueda personal para lograr un cine que lo identificara desde la primera escena y sin duda que lo logró. Resulta imposible no asociar cada toma con su nombre. La cámara funciona como el ojo de un pintor capaz de encontrar y poner belleza aún dónde no la hay. Guillermo Nieto realiza un impecable trabajo fotográfico, desde lo visual el film recrea lo apocalíptico de la historia de manera contundente. Si tomamos cualquier plano aislado y lo analizamos independientemente del conjunto nos llevará a la misma conclusión: el miedo al fin.
Compuesto en su mayoría por planos fijos, con muy pocos movimientos de cámara y la construcción de un espacio cerrado y claustrofóbico, Los santos sucios brinda una sensación devastadora, llegando a transmitir la misma desesperación que sufren los personajes en el espectador. Dicha desazón puede jugar tanto a favor como en contra, ya que desde lo narrativo hay una búsqueda permanente hacia lo introspectivo, que por momentos puede resultar desconcertante. La introspección que propone el film tiene que ver con los miedos internos de cada uno y como esos miedos nos pueden llevar a situaciones límites, a las que Ortega refleja de un modo ambiguo para que cada uno saque sus propias conclusiones.
Desde la interpretativo hay un desafío extra que es el de trabajar con un guión realizado por los propios actores. Alejandro Urdapilleta, Emir Seguel y el propio Ortega experimentan con un texto al que ellos mismos le dieron forma y con el que seguramente improvisaron en gran parte. Se nota que cada escena funciona independiente de la siguiente, sin ningún tipo de cohesión lógica como si se tratará de un trabajo experimental pero que en el todo, como si fuera un rompecabezas, terminarán encajando.
Los santos sucios es una película visualmente bella y narrativamente compleja, dejando en claro que Luis Ortega ha sabido forjarse de una carrera y un nombre con sólo tres películas en su haber que hablan de un estilo personal, fácil de descubrir y para muchos imposible de describir. Aunque con un talento dificil de omitir.