Un par de maestros, en un pueblo perdido de la Puna salteña, se ocupan de 45 chicos. De todo, alimentos, salud y, claro, educación: entre otras cosas, con novelas de Julio Verne y la construcción de cohetes para aprender de física. Sin juzgar, solo observando, Burd pinta un paisaje bello y triste pero también esperanzado: aparece la idea de que la imaginación y el aprendizaje son propulsores para el vuelo, para romper la inercia y generar cambios.