La nieve es muda, pero deja rastro, los niños ríen, los pasos resuenan y dejan huella. Hay una continuidad que es la vida.
Clarice Lispector
Con esta frase de la escritora Clarice Lispector, el director Marcelo Burd nos proporciona algunas pistas de lo que vamos a ver a lo largo del documental. La historia, se centra en una zona semidesértica de la provincia de Salta. No hay nieve. Sin embargo, los pasos de los chicos riendo dejan huella y resuenan en ese paisaje de ensueño. La vida de estos niños se desarrolla en Olacapato, un lugar en el que sólo se escucha el sonido del viento. En este entorno, funciona una escuela primaria y es ahí en donde se va a centrar la historia.
A lo largo del documental veremos a los niños en la cotidianidad de sus clases, cómo se desarrollan las mismas, cómo es la relación con los maestros y hasta se puede ver, en algunos chicos, cuando están en las casas con sus padres.
La escuela es guiada por una pareja de maestros: Salomón Ordoñez (Maestro y director de la escuela) y Victoria Ramos (Maestra, bibliotecaria y esposa del maestro). Ellos tienen la dura tarea de no sólo enseñar sino también de alimentarlos, de contenerlos y de expresarles todo el tiempo que la escuela es un lugar en la que pueden confiar. A pesar de que están condicionados por un riguroso entorno.
Con cámara fija en todas las escenas, sonido ambiente, no hay intervención por parte del director. Todo se desarrolla de manera natural. No hay testimonio en primera persona. Tanto adultos como niños hablan de lo que quieren hablar en ese momento de la escena. Un trabajo de fotografía impresionante en la que los paisajes parecen pintados al óleo. Una historia lineal, con pocos matices, conformada por las palabras de los chicos.
Por Mariana Ruiz
@mariana_fruiz