Cincuenta años después de la original "Los siete samuráis", de Akira Kurosawa, y su posterior remake "Los siete magníficos", de John Sturges con Yul Brynner a la cabeza de un elenco que también tenia a Steve McQueen y Charles Bronson entre otros, llega esta nueva versión del director Antoine Fuqua, fiel a la trama original pero con un reparto con diversidad étnica, por decirlo de alguna manera, intentando dotarla de una visión mas moderna que de paso seduzca un máximo número de audiencias y asegure la taquilla.
La historia vuelve a un pequeño pueblo del Salvaje Oeste asediado constantemente por un abusivo y sin escrúpulos terrateniente que se quiere quedar con el pueblo por las malas, y cuyos habitantes deciden contratar a un grupo de forajidos para terminar con la amenaza y buscar justicia.
A camino entre el homenaje a sus predecesoras y al género al que pertenece, con todos los elementos y referencias del western clásico y Spagueti western, donde no faltan las miradas desafiantes, el hábil manejo de pistolas, los decorados tan artificiales, territorios inhóspitos y las típicas dosis de violencia y humor, Fuqua despliega una narrativa rutinaria y convencional poniendo el acento en la composición de planos del paraje donde ocurre la acción, mas momentos de tensión que acción y por sobre todo en el elenco de protagonistas, acompañado de la enérgica banda sonora a cargo de James Horner, que compuso la música en secreto durante la preproducción del filme, antes de su fatal accidente de aviación.
Sin profundizar en ningún personaje, exceptuando en cierto modo al de Ethan Hawke, ni con un desarrollo equitativo de los protagonistas, Fuqua aspira a representar las minorías con un reparto donde Denzel Washington es un caza recompensas de temple tranquilo que se encargará de reclutar al resto de hombres formados por Chris Pratt, un astuto y timador jugador de cartas -papel al que parece haberse suscrito en sus recientes películas como Guardianes de la galaxia o Jurassic World-; Ethan Hawke, un francotirador en su ocaso y su inseparable amigo oriental Byung-Hun Lee, que domina como nadie las armas blancas y aporta una pequeña dosis de artes marciales; Manuel García Rulfo, un forajido mexicano; Vincent D’Onofrio, un extravagante rastreador; Martin Sensmeier, un indio de pocas palabras y Haley Bennett, la viuda joven y valiente que busca justicia sin descartar venganza y que casi se convierte a lo largo del film en la octava magnífica que ayudará a deshacerse del villano de turno, un retorcido y cobarde terrateniente interpretado por Peter Sarsgaard, especializado en dichos papeles.
Toda remake instaura cuestionamientos sobre el porque de su realización, desde la falta de ideas, la eventualidad de sacar partido a un material previo con cierto éxito en busca de mayores réditos de taquilla o captar ese público nostálgico habido de experiencias cinematográficas pasadas, pero lo cierto es que da la posibilidad de poder ver cómo un mismo material es tratado, tanto argumental como visualmente, en una época diferente.Así es como una remake de un clásico conocido podría llevar a los cinéfilos más jóvenes a buscar y disfrutar de excelentes historias y producciones cinematográficas que marcaron la historia del cine, aunque contemplando la realidad de nuestros jóvenes arriesgaría a decir que esta nueva versión acerca a las nuevas generaciones un poco de lo que fue aquel género puro.
El western, ese genero que alcanzo su cúspide en los 50 y que inmortalizaron directores como Edwin S. Porter, John Ford, Sam Peckinpah y que luego reinventaron Sergio Leone o Clint Eastwood, con los años fue cediendo terreno ante la supremacía de la acción, el policial, el thriller y sus mezclas y tiene hoy fugaces apariciones en films como Django Desencadenado -2013- o Los 8 mas odiados -2015-, de Quentin Tarantino; Deuda de honor -2014-, de Tommy Lee Jones; El Renacido -2015-,de Alejandro González Iñárritu o Temple de acero -2010-, de los Hnos. Cohen, por citar algunos.
Aquella remake de Los siete magníficos dirigida por John Sturges en 1960 tuvo grandes críticas y fue un gran éxito de público que generó tres secuelas y una serie de televisión de corta vida, convirtiéndose en todo un clásico del cine y al que se han hecho multitud de referencias y homenajes.
Esta nueva versión de Fuqua, si bien explota muy bien en la primera mitad de la película las convenciones casi obligatorias del genero jugando mas con la tensión que con la acción propiamente dicha, el lucimiento visual de los escenarios y un par de escenas de tiroteos muy bien filmadas -coronada por la ametralladora- en la segunda mitad, no aporta nada en cuanto al desarrollo de los personajes ni algún otro aspecto de la historia, resultando al final indiferente al espectador.
No falta la obsesión por la propiedad privada, la comunidad reunida en torno a la iglesia, el desarraigo, la lealtad, la fe, el honor y por sobre todo el ojo por ojo como único sistema de valores, en cuanto a temas se refiere, ni la mítica melodía que compuso Elmer Bernstein para la cinta de Sturges.
Los siete magníficos no decepciona en su objetivo de entretener en sus más de 2 horas de duración pero si deja ese vació de promesa que hubiera significado el mismo reparto realizando un western original.