Pecando de originales, les comentamos cuales son para nosotros los 7 motivos por los que vale la pena ver el nuevo film de Antoine Fuqua:
1) La reinvindicación de un género en retroceso: Lo de retroceso en realidad se aplica desde hace varios años. Si bien estamos lejos del auge del Western, debemos agradecer así sea remakes de por medio que todavía Hollywood se fije en este gran género olvidado. Y tratándose de una remake, no es poca cosa que readaptar un clásico como el presente, no haya caído en la desgracia que padeció la remake de Ben-Hur, por ejemplo.
2) El villano: El trabajo de Peter Sarsgaard como villano de turno es exquisito. Su malicia dice presente en cada escena que encabeza ofreciendo una tensión que solo un gran actor puede producir.
3) El cast: La versión de 1960 contaba con nada menos que Steve McQueen, Yul Brynner, Eli Wallach, James Coburn y Charles Bronson entre otros. Todas estrellas en su apogeo. Y si bien la comparación es hasta injusta, los elegidos por Fuqua hacen muy bien su trabajo. Denzel Washington es un gran lider, Chris Pratt en su rol del jocoso del grupo se lleva sus méritos y los demás saben acompañar estando a la altura. Hasta un Vincent D'Onofrio con la voz más peculiar y aguda del cine contemporáneo sale bien parado.
4) Antoine Fuqua: Conocemos al director de un registro completamente distinto. En Día de entrenamiento, El Justiciero y Los mejores de Brooklyn, Fuqua se movía como pez en el agua entendiendo los códigos de la calle y manejando las secuencias de acción a razón de medidos planos secuencia y un frenético montaje que no da respiro. En Los 7 Magníficos logra trasladar su estilo perfectamente al lejano oeste. Su sello queda intacto.
5) La música: La partitura del eterno Elmer Bernstein jamás podrá ser olvidada por el público que tuvo el privilegio de disfrutar la remake de 1960, pero sin la necesidad de superarla, James Horner hace su mejor esfuerzo por regalarnos una sucesión de notas musicales a la altura de los leit motiv más tradicionales de la mejor época del Western. Y además los créditos finales regalan un pequeño homenaje a la partitura original.
6) La fotografía: Está a cargo de Mauro Fiore, un nombre que quizás a priori no nos resulte tan familiar, pero se trata nada menos que de un ganador del Oscar (por Avatar en el 2010). La decisión de no realizar ninguna toma en helicóptero retoma el clasisismo de este tipo de películas. Ah y además fue filmada en 35mm con lentes anamórficos.
7) El tiroteo final: No es spoiler mencionar que como buen Western de cepa pura, la historia cierra con un inevitable tiroteo que funciona como clímax perfecto. Y la maestría con la que está filmado hace que inclusive perdonemos el algo pobre o lento desarrollo inicial de los personajes en el primer tramo del film. No cabe duda que Fuqua se siente cómodo filmando escenas de acción.