Paula Hernández como directora y guionista hace que la cámara acompañe todo el recorrido de una familia con secretos oscuros, como un miembro más. En el comienzo una situación tensa que parece preanunciar un film de terror que cierra el círculo con la violencia final. En el centro, inteligentemente realizado, esta una madre angustiada por su propia existencia, siempre preocupada, casi obsesivamente por su hija adolescente, que acaba de menstruar, en realidad todos los cuerpos están atravesados por una transformación. Un festejo de fin de año lleva a los miembros de la familia a la casona habitada por una mujer manipuladora, van sus tres hijos, su sangre otra vez. El sonambulismo que atraviesa generaciones, que alude también al despertar tan largamente esperado para todos. La madre y la hija son casi expulsadas de esa familia endogámica. Y la presencia de un joven que regresa es como catalizador de un drama que estalla. Al talento de la realizadora y su equipo técnico de factura impecable, se suma un elenco de lujo. Dos mujeres, tremendas actrices, que se conocen y compartieron trabajaos, Erica Rivas y Marilú Marini. Son palabras mayores. A ellas se suma una chica joven que es toda una revelación Ornela D´Elía. Completan el reparto con su maestría Luis Ziembrowski, Valeria Lois, Rafael Federman y Daniel Hendler. Una película rigurosa, de ideas claras, particularmente inquietante, y perturbadora.