Los primeros minutos resultan inquietantes, la cámara recorre la casa en una madrugada con poca luz, descalza por el lugar camina Luisa (Erica Rivas), se escuchan las gotas de una canilla, ropa en el piso y Ana (Ornella D’Elia, buena interpretación, su trabajo anterior “Tigre”) parada, desnuda, sangrando a causa de su ciclo menstrual y con la mirada fija, interesante su planteamiento, resulta un buen juego de imágenes para ir enriqueciendo la trama. Después sabremos que Ana es sonámbula.
Lo que sigue es una gran reunión familiar en un caserón de campo, amplio y con muchos árboles, piscina y un rio. Los protagonistas: Luisa, Ana, Emilio (Luis Ziembrowski), esposo de Luisa, Meme (Marilú Marini), Sergio (Daniel Hendler), Inés (Valeria Lois), Alejo (Rafael Federman) y varios niños. Se disponen a pasar juntos el fin de año, pero en los días previos se refleja la personalidad de cada uno de ellos, comienzan a revelarse: las asperezas, los rencores, los egos, las vanidades, reproches, acusaciones, secretos y celos. Además habla de las relaciones familiares, los vínculos y la incertidumbre. Entre los personajes hay tensión y resquemor, entre Luisa y Meme, todo está en sus miradas, en sus silencios, actitudes y a lo largo de diversas situaciones tanto Erica Rivas como Marilú Marini están brillantes, hay un plano secuencia entre ambas que resulta excelente, dos actrices que se sacan chispas en cada escena.
A lo largo de la cinta se pueden observar interesantes climas, se ve la rebeldía y la crisis adolescente, esa necesidad de desapego, el despertar sexual, el alcohol, en otros momentos se utiliza la cámara en mano dándole lugar a las situaciones feroces y a las incomodidades, ningún personaje desentona, todos están a la altura del film y con un desarrollo que nos lleva a un desenlace final estremecedor y de alto impacto.