Rosina vive en un balneario donde corre el rumor de que hay tiburones. Entre piscinas sucias, jardines pomposos y playas desiertas, Rosina empieza a experimentar algo nuevo: al conocer a Joselo siente el deseo de acortar la distancia entre su cuerpo y el de él. Para atraerlo, se moverá como inspirada por los misteriosos depredadores.